Guiados por el ritmo frenético de la samba ante más de 70.000 espectadores, seis agrupaciones coronaron la madrugada del martes los espectáculos en el Sambódromo.
Y no escatimaron osadía: en el segundo día de desfiles exhibieron animales amazónicos y personajes mitológicos a escala gigante, un show de luces con drones en el cielo, y hasta una carroza con fuentes de las que brotaban vino a borbotones entre decenas de parejas poliamorosas de la antigua Roma. “Está siendo la mejor experiencia de mi vida”, dijo a la AFP la fisioterapeuta inglesa Bethany Robson, de 32 años, quien viajó desde Melbourne, Australia, donde vive, para bailar en el Sambódromo.
ENTUSIASMO. Este año, los brasileños celebran con especial entusiasmo su fiesta favorita, después de que la pandemia del Covid-19 forzara la anulación de la edición de 2021 y restringiera la de 2022, celebrada excepcionalmente en abril.
“El carnaval es sobre resistencia, después de todo lo que Brasil ha pasado. Es increíble formar parte de esto”, relata Robson, quien lleva un enorme sombrero con una cesta cargada de mangos.
Muchos amantes del carnaval también festejan el fin del mandato del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien recortó fondos para la cultura y menospreció esta fiesta popular.
En total, 12 escolas se presentaron entre domingo y lunes, cada una con varios miles de integrantes, incluidos decenas de turistas que pagan varios cientos de dólares para formar parte del delirio carnavalesco.
Las agrupaciones tienen entre 60 y 70 minutos para seducir al jurado y obtener puntos en categorías como tema del desfile, letra, percusión, trajes, carrozas y puesta en escena en general, en un concurso cuyo vencedor se conocerá este miércoles.
La alcaldía de Río estima que el carnaval atraerá en total a cinco millones de personas a la ciudad, incluido el callejero que volvió a celebrarse plenamente en los barrios de la ciudad por primera vez en tres años. En términos económicos, esto supondrá 4.500 millones de reales (USD 880 millones), con una ocupación hotelera prevista superior al 95%.
En todo el país, miles de personas seguían este martes de juerga en las calles de las principales ciudades para disfrutar del último día oficial del carnaval.
Desde São Paulo hasta Río de Janeiro, pasando por Salvador y Recife, los brasileños continuaban entregados al son de los blocos (comparsas), en un éxtasis colectivo que empezó oficialmente el viernes y acaba este Miércoles de Ceniza, marcando el comienzo de la Cuaresma, día de volver a la rutina, en teoría. Los blocos han vuelto a conquistar las calles en este 2023, tras dos oscuros años de pandemia de coronavirus, que ha causado cerca de 700.000 fallecidos en el país.