El autor del tiroteo, que este viernes costó la vida a tres kurdos en pleno centro de París, confesó a los investigadores que trató de llevar a cabo la masacre antes en la vecina Saint-Denis y que su intención era suicidarse “tras matar a extranjeros”.
Pese a que llevaba el arma, un COLT 45 del calibre 11-43 que había adquirido hace cinco años y escondido en el domicilio de sus padres, donde residía, y numerosa munición, no encontró a demasiada gente y renunció a su plan.
Regresó al barrio donde reside y recordó que allí había un centro cultural kurdo, comunidad a la que dijo que odiaba por haber hecho prisioneros a soldados del Estado Islámico (EI) y no haberlos matado.
Allí cometió la masacre, disparando a dos hombres y una mujer. Los dos primeros frente al centro cultural y el tercero en un restaurante kurdo adyacente en el que se había recuperado. Dos murieron en el acto, el tercero en el hospital.
El individuo se internó en una peluquería cercana donde hirió a tres personas más y donde fue desarmado por una de ellas, hasta que fue arrestado por las fuerzas del orden a las 11:40, según el relato de la fiscala.
Durante su interrogatorio, que tuvo que ser detenido este sábado por problemas psiquiátricos del detenido, se definió como “depresivo” y “suicida”.
Aseguró que su odio a los extranjeros comenzó cuando en el 2016 sufrió un robo en su casa. Según varios medios, entonces atacó a uno de los ladrones, de origen extranjero, y fue condenado por ello, momento en el que comenzó a odiar a todos los extranjeros.
La fiscala señaló que “lo único que lamenta es no haberse suicidado”, algo que tiene previsto hacer “algún día”, pero “no sin antes llevarse por delante el máximo posible de enemigos”, con referencia a “todos los extranjeros no europeos”.
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La investigación no ha podido determinar por ahora ninguna relación particular con la comunidad kurda y ni el análisis de su teléfono ni del ordenador que tenía en casa de sus padres ha permitido establecer ningún elemento, en particular, vínculos particulares con ideología de extrema derecha.
Las pesquisas descartan, por ahora, el carácter terrorista de la acción, tal y como sostienen los representantes de la comunidad kurda en Francia, que sitúan a Turquía detrás de los hechos, que se producen casi diez años después del asesinato a sangre fría de tres militantes kurdas muy cerca de donde tuvo lugar el tiroteo.
La desconfianza de los kurdos con las autoridades francesas es el origen de los disturbios que se han producido en los dos últimos días entre manifestantes y fuerzas del orden.
El pasado viernes los disturbios se generaron cerca del sitio de la masacre, tras la visita del ministro del Interior, Gérald Darmanin, mientras que al día siguiente se produjeron en la aledaña plaza de la República, tras una manifestación convocada en memoria de las víctimas.
En estos espacios se dañó mobiliario urbano, se incendiaron contenedores y alguna motocicleta, se volcaron varios vehículos y se rompieron escaparates.
En total, once personas fueron detenidas y 31 agentes tuvieron que ser atendidos con heridas, al igual que uno de los manifestantes. EFE