Asunción, fundada el 15 de agosto de 1537 por Juan de Salazar, nació como un fuerte que estuvo emplazado en territorio de los Carios, una de las tribus guaraníes que habitaban estas tierras, en un lugar que según cuentan se llamaba Loma Cabará. Se hizo conocida como Madre de Ciudades, bautizada de esta manera por los españoles, ya que desde aquí partían las expediciones para fundar varias decenas de ciudades. La que alguna vez fue el centro de toda la Provincia hoy quizá ni pueda reconocerse en aquel recuerdo, porque además de todo tiene muy mala memoria.
Consecuencia de esto es que con tanta impunidad en la última década se han dedicado a borrar casi todo vestigio de su rico patrimonio arquitectónico. Es por eso que hoy el Centro Histórico de Asunción se muestra a la luz del día casi como una ciudad en ruinas. Pese a todo, quedan todavía edificios históricos que resisten al abandono y sobreviven.
Las viejas casas son ahora aguantadero de maleantes y adictos; criaderos de mosquitos y otros insectos, e incluso pequeños animales. Estos edificios han sido saqueados, sus veredas son apenas transitables y el fétido olor que mana de ellos resulta insoportable para los viandantes. Oficialmente están catalogados como inmuebles patrimoniales en Asunción, unos 1.200 edificios y viviendas, y de ellos, 200 se encuentran en estado de abandono. Este rico conjunto abandonado por las autoridades es la carta de presentación de nuestra capital.
Los asuncenos además han preferido en las últimas décadas mudarse bien lejos, y es que pese a su inmejorable ubicación tan cerca del río, la ciudad es cara y no les ofrece ni servicios adecuados ni transporte ni seguridad. La Costanera incluso solo fue pensada como una alternativa de vía rápida, mas la realidad mostró que la ciudadanía es capaz de apropiarse cuando necesita espacios recreativos. Es por esa razón que cada fin de semana se llena de personas que reclaman ese espacio tan querido en la Bahía de Asunción.
La capital tiene pocos espacios verdes y espacios públicos de recreación para el disfrute de las familias; tiene, en cambio, una superpoblación de estaciones de servicio, lo cual además de poner en riesgo a los vecinos de los barrios donde estas están ubicadas, tienen graves consecuencias en el medioambiente. Ya fueron detectadas filtraciones en las aguas subterráneas. Según un estudio de la Facultad de Ingeniería UNA, del año 2018, se encontró aditivo de combustible en el acuífero Patiño.
El año pasado, la Municipalidad de Asunción gastó el equivalente al 60% de todo su presupuesto en pago de salarios, mientras que para trabajos de infraestructura apenas se usó el 9% del total de presupuesto para ejecuciones de obras.
No se trata de falta de recursos, sino de problemas graves de deficiencia en la gestión; la administración de los recursos del Fonacide es un claro ejemplo de ello, pues la Municipalidad no había sido capaz a principios de año de terminar un pequeño sanitario para una escuela pública en el Bañado Sur.
Los temporales cuando pasan por Asunción dejan las calles como zona de guerra, con pozos, baches y árboles caídos, y es que nuestra capital sigue con un porcentaje ínfimo de desagüe pluvial, aunque los asuncenos siguen pagando cada año una tasa de servicio de mantenimiento del desagüe pluvial, lo mismo pagan por las tasas de la limpieza de la vía pública, así como pagan por la conservación de prácticamente inexistentes parques públicos.
Asunción necesita una administración que tenga la visión integral de su realidad, no unos funcionarios indolentes que la maquillan cada aniversario o cuando hay eventos que congregan a visitas que son testigos del grado de abandono.