Son 600 familias que residen en una propiedad de 4 mil hectáreas, dividida en varios barrios, ubicadas entre los distritos de Minga Porã y parte de Itakyry, unos 150 kilómetros al norte de Ciudad del Este. Se dedican a cultivar soja y otros productos como mandioca y sandía, a través de una cooperativa.
“Queremos que la gente sepa que con gestión se puede alcanzar el desarrollo. La comunidad realizó una inversión de 14 millones de guaraníes para las instalaciones de alumbrados públicos, con la obtención de los equipos y los cables. Los técnicos que tenemos en la comunidad se encargaron de las instalaciones”, explicó Martínez. Este señaló que los productos son conseguidos a créditos.
El líder comunitario relató que muchos de ellos ya son licenciados, otros estudiaron electricidad en el Sistema Nacional de Promoción Profesional y son los que se encargan de realizar los trabajos como los mencionados.
Los nativos ya habían invertido unos G. 7 millones en ocasión anterior, para compra de postes de cemento y otros accesorios. También lograron que a través de programas del Gobierno se construya 40 viviendas, así como la realización de dos pozos artesianos a través de la Itaipú y el Instituto Nacional del Indígena. El barrio Chopa Cué tuvo agua potable, tras 40 años de establecerse en el lugar.
Por otro lado, habían adquirido una furgoneta para el traslado de personas enfermas de comunidad a los centros hospitalarios locales y los más complejos para viajes a Ciudad del Este o Hernandarias.
En Arroyo Guazú, el 95% del cuerpo docente en escuelas y colegios están conformado por profesores indígenas, lo que fortalece el arraigo cultural en la formación de los estudiantes, conforme a su versión.
El sistema educativo incluye un colegio con bachillerato técnico en agropecuaria y cinco escuelas distribuidas en los diferentes barrios. Solo en una escuela central asisten 156 estudiantes, y en total, más de 400 jóvenes cursan desde el prejardín hasta el tercer año de la media.
“No tenemos todavía gente que salga de la comunidad. Salen solo para trabajar en una empresa, que los lleva en colectivo. Acá tenemos nuestro reglamento para la seguridad interna con 19 miembros, así como comisaría y subcomisaría indígena. Los que cometen hechos que no son graves son enviados al calabozo o castigados con trabajos comunitarios como limpiar escuelas o colegios por hasta 2 semanas”, comentó.