19 ago. 2025

Aranceles y geopolítica: la disyuntiva de Trump

El uso intenso de aranceles por parte del presidente Donald Trump para obligar a sus homólogos extranjeros a firmar acuerdos favorables a Washington comienza a encontrarse con una dura realidad geopolítica y geoeconómica.

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Trump se enfrenta a un reto singular al intentar equilibrar estratégicamente todos sus objetivos de manera simultánea.

En días recientes, entraron en vigor los aranceles anunciados inicialmente por el gobierno de Donald Trump el pasado 2 de abril, afectando con diversas tasas a todos los socios comerciales de Estados Unidos. Hasta el momento, los aranceles han generado una cantidad cercana a 100.000 millones de dólares en ingresos adicionales al Gobierno estadounidense, y los temores de una inflación acelerada debido a las imposiciones arancelarias no se han materializado. Estos resultados parecen dar la razón al líder norteamericano, quien ha declarado que los hechos le están reivindicando, a pesar del poco tiempo transcurrido desde el inicio de la imposición de aranceles.

Sin embargo, la política de aranceles del Gobierno estadounidense ha comenzado a chocar con desafiantes realidades geopolíticas y geoeconómicas. En primer lugar, Trump parece decidido a intensificar drásticamente la prolongada guerra económica estadounidense en respuesta a la guerra de Rusia contra Ucrania. Trump ha optado por la imposición de aranceles secundarios a los principales compradores de petróleo ruso, en particular China, que representa el 50% de todas las exportaciones petroleras rusas, y la India, que adquiere otro 40% de la oferta exportable de Moscú. A no ser que la cumbre entre Trump y Vladimir Putin (y, en teoría, también entre Trump con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski antes de la cumbre en Alaska) dé resultados concretos hacia un alto al fuego y un camino concreto hacia la paz ruso-ucraniana, su amenaza de acelerar la imposición de aranceles adicionales de 25% a la India (aparte del 25% ya impuesto como arancel general a dicha nación), sin duda, se materializará. Pero, al mismo tiempo, Trump se enfrenta al contexto de una fecha límite inminente (extendida ahora por otros 90 días) para acordar una tregua comercial con China, la segunda economía más grande del mundo, lo que conlleva cautela por el gran poder que ha exhibido el Gobierno chino al imponer un control de exportaciones sobre las tierras raras que produce, y que representan el 90% de la producción mundial. Dichos materiales son esenciales para la fabricación de productos de alta tecnología y la manufactura de armas avanzadas, que Estados Unidos no tiene forma de reemplazar actualmente.

Por ende, Trump se enfrenta a un reto singular al intentar equilibrar estratégicamente todos sus objetivos de manera simultánea. Por un lado, amenaza con imponer sanciones secundarias drásticas a la producción energética rusa, soporte financiero de las fuerzas armadas de Rusia y, por el otro, busca influir en las negociaciones comerciales con India, manteniendo al mismo tiempo una frágil distensión comercial con China.

Al mismo tiempo, el primer ministro indio, Narendra Modi, ha estado también manteniendo un delicado equilibrio: mantiene una estrecha colaboración con el presidente estadounidense Donald Trump y con el líder ruso Vladimir Putin, y simultáneamente insiste en que la India es neutral en la guerra entre Rusia y Ucrania, causando gran frustración en los aliados de Occidente, que apoyan a Ucrania, y que han aprobado un exhaustivo paquete de sanciones a Rusia. Trump, que ya estaba perdiendo la paciencia con Modi por la reticencia de este último a bajar los aranceles indios a productos norteamericanos, ha intimado a Modi a que defina de qué lado está, utilizando como amenaza el recurso a los aranceles secundarios por la compra de petróleo ruso. Esta situación ha provocado gran crispación entre Trump y el primer ministro de la India, quienes solían enorgullecerse en público por su gran relación personal.

Además de los eventuales aranceles secundarios a China y la India por su adquisición de petróleo ruso, el gobierno de Trump se ha concentrado en perseguir a la flota de buques tanqueros que transporta el petróleo de Rusia, conocida como la “flota fantasma”, utilizados para evadir las sanciones de Occidente a firmas transportadoras petroleras que muevan el petróleo ruso. Trump se siente con la autoridad y la capacidad para activar las sanciones secundarias que su predecesor, Joseph Biden, consideró durante mucho tiempo, pero que nunca implementó debido a la alta inflación imperante en la economía estadounidense y la preocupación por un aumento significativo en los precios internos de la gasolina. Este es un problema que Trump simplemente no enfrenta en este momento, ya que la disminución de la demanda mundial del petróleo y el aumento constante de la producción de los propios Estados Unidos, la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados han mitigado la preocupación por los picos de precios de la energía que aquejaron a la administración Biden. Asimismo, la tasa de inflación en Estados Unidos, que llegó a ser de 9% anual con Biden, está hoy debajo del 3%, permitiendo más margen de maniobra a Trump. Esto ha generado poder para el jefe de Estado norteamericano, frustrado por la negativa de Putin a negociar lo que Trump preveía como una rápida finalización del conflicto.

La interacción entre Estados Unidos y la India también incidió directamente en la reciente ruptura de las intensas y prolongadas negociaciones comerciales entre ambas naciones. Si bien existe una obvia superposición entre las crecientes amenazas de Trump contra Rusia y sus advertencias explícitas sobre las compras de energía de la India, la disputa con la quinta economía más grande del mundo es asimismo específica de las negociaciones comerciales. El gobierno de Trump considera que los aranceles vigentes en la India son demasiado altos como para que los productos de Estados Unidos, sobre todo del sector agropecuario, puedan competir en el mercado indio. El gobierno de Modi se mantuvo firme en no hacer concesiones, alegando la necesidad de proteger a sus pequeños campesinos y, a medida que se acercaba la fecha límite para la firma de un acuerdo comercial, mientras economías como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur aceptaban aranceles de 15% para sus productos con tal de mantener el acceso al mercado norteamericano, la India no cedió más que en unos pocos sectores de su economía, provocando el fracaso de las negociaciones bilaterales. A medida que se tensaba la relación bilateral, Trump introdujo la amenaza de un arancel del 25% adicional al 25% ya sancionado para la India, como arancel secundario por la compra de petróleo ruso. Esta política ha tenido como efecto un acercamiento mayor de India a China, en momentos en que Estados Unidos se esforzaba por establecer una alianza con la India para un mejor equilibrio de fuerzas respecto a Pekín en el Indo Pacífico.

Asimismo, cualquier intento norteamericano de imponer sanciones secundarias por la compra del petróleo ruso afectaría directamente el delicado mantenimiento de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, que decidieron utilizar la diplomacia económica, las sanciones y los controles a las exportaciones para ejercer o aliviar la presión sobre la relación bilateral a partir del día 2 de abril. En la última ronda de conversaciones entre Washington y Pekín, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, advirtió directamente a sus homólogos chinos, que su gobierno estaba plenamente decidido respecto a los aranceles secundarios, y que este era un tema sobre el cual los negociadores chinos debían prepararse para las siguientes negociaciones.

Trump firmó hace unas horas la orden ejecutiva ordenando la suspensión temporal de los aranceles por otros 90 días. Para el jefe de Estado norteamericano, quien durante su segundo mandato ha operado en un Estado constante de plazos vencidos y renovaciones, ese tiempo corre simultáneamente con su ultimátum de 10 días establecido para que Putin acceda a las negociaciones de paz con Ucrania. A diferencia de lo ocurrido con la India, la amenaza de sanciones secundarias a China por parte de Trump han sido ambiguas. El dilema producido por los divergentes objetivos estratégicos fijados respecto a China y Rusia complica la toma de decisiones en Washington, aunque Trump por el momento parece haber apostado fuertemente a que Estados Unidos puede adoptar una postura agresiva sin precedentes contra China, la segunda economía más grande del mundo (la primera si se mide a paridad de poder adquisitivo), y emerger fortalecido gracias a ello. Si bien aún no es seguro que la apuesta dará sus frutos a largo plazo, Trump ha estado en una situación crecientemente ventajosa en lo doméstico. El mercado bursátil, una variable que Trump sigue de cerca, está cerca de máximos históricos, el producto interno bruto estadounidense repuntó en el segundo trimestre a una tasa anualizada de 3% y la inflación, si bien aún está por encima de la meta del 2%, no ha sufrido un aumento repentino tras la implementación de los aranceles a todos sus socios comerciales.

Pero el líder chino, Xi Jinping, también está consiguiendo logros notables. El lunes, Trump autorizó el envío a China de chips de inteligencia artificial más rápidos tras liberar chips de gama media previamente bloqueados. Y a pesar de los aranceles estadounidenses, China ha encontrado con éxito otros mercados a los que vender, inundando el mundo con sus productos.

Esto se debe a que Xi cuenta con varias ventajas: China sigue siendo el mayor exportador mundial de bienes, con un poder considerable a nivel global. Además, controla casi todo el suministro mundial de tierras raras, minerales esenciales para la fabricación de productos electrónicos y equipos de defensa cruciales para la seguridad nacional de Estados Unidos, cuya exportación Pekín ha estado retrasando, para gran preocupación estadounidense. Y Xi ha retrasado un objetivo que Trump lleva tiempo buscando: una reunión en persona.

Al mismo tiempo, para China sería devastadora la pérdida del petróleo ruso como fuente de energía barata, pues compra con un 20% de descuento debido a las sanciones impuestas a Rusia. Recibir un 25% de aranceles adicional a sus productos de exportación a Estados Unidos tiene el potencial de dañar gravemente su sector exportador, aunque China podría compensar estos montos con mayores subsidios a sus empresas exportadoras.

En resumen, Estados Unidos se encuentra disfrutando de un gran aumento de recaudaciones fiscales por los aranceles impuestos a sus socios comerciales, en un contexto de crecimiento económico, bajo desempleo y baja inflación. Sin embargo, las consideraciones geopolíticas y geoeconómicas muestran señales de conflicto, especialmente por la pretensión de forzar a Rusia a firmar la paz con Ucrania, y amenazando a China e India con aranceles secundarios para todos sus productos, a lo cual tanto Pekín como Nueva Delhi han respondido con firmeza.

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