18 feb. 2025

Abordar el debate del salario mínimo con sus complejidades

Cada vez que la inflación llega al 10% surge el debate acerca del reajuste del salario mínimo. Desde diferentes sectores se debate el tema y a pesar de que nadie queda conforme –ni trabajadores ni empresarios– con los resultados, año a año el país continúa arrastrando un problema cuya falta de solución estructural y de largo plazo termina sin beneficiar a nadie. Más allá de la actual situación coyuntural, el país debe plantear medidas de largo plazo que beneficien tanto al trabajo como a la producción y la productividad.

Los altos niveles de inflación originados en los precios de alimentos y movilidad, cuyos gastos representan una parte importante de los gastos familiares, profundizan cada vez más la crisis microeconómica.

Desde 2014, los ingresos laborales reales vienen deteriorándose hasta ubicarse en niveles similares a una década atrás.

La inflación acumulada de los precios de alimentos en su conjunto en la última década es del 57%, mientras que de las frutas y verduras en particular del 67%.

Por otro lado, el aumento de los combustibles fósiles afectó a los costos de movilidad: combustibles para autos, motos, tarifas de pasajes, entre otros. Paraguay produce alimentos y energía renovable, por lo que es inadmisible que el Gobierno no haya puesto en marcha en estos últimos años iniciativas para mitigar una situación que ya se pronosticaba crítica desde hace más de una década y que se proyecta continuará.

El salario mínimo tiene varios objetivos entre los que se encuentran garantizar la subsistencia digna del trabajador y de su familia y solucionar fallas de mercado derivadas de la asimetrías de información y poder de mercado que puedan ejercer las empresas. Estos dos fines hicieron del salario mínimo una de las políticas económicas más extendidas en el mundo.

En general, y también en Paraguay, los salarios mínimos se deben establecer dependiendo del costo de vida del trabajador, del nivel de productividad y de las condiciones generales del país y de la rama económica en particular.

Sin embargo, en nuestro país prevalece la fijación del nivel del salario mínimo solo a partir del aumento del costo de vida medido por la inflación. La ausencia de los demás criterios hizo que el salario mínimo se convirtiera en un techo y no en un piso, por lo que deben establecerse otros mecanismos de ajustes que garanticen que el mejor desempeño económico, traducido en aumentos de la productividad, beneficie también a los trabajadores del sector o rama.

Con el mecanismo actual, en realidad, no existen aumentos del salario mínimo real, sino reajustes para equiparar la pérdida de nivel adquisitivo ya ocurrido, lo cual puede tener un efecto perverso si el sector empresarial se anticipa y reajusta sus precios antes del aumento salarial.

Uno de los acuerdos pendientes en el país es el relacionado al salario mínimo.

Paraguay debe debatir una política que a la vez de proteger al trabajador vincule las remuneraciones con la productividad. Este debate debe darse con información veraz y confiable para todos los sectores involucrados, ya que actualmente las opiniones a favor o en contra del aumento salarial se dan en función de percepciones de qué modelo opera en la realidad o del grado de afectación del salario mínimo.

Esta discusión no solo será útil para aumentar la eficiencia económica y mejorar la calidad de vida, sino también para mejorar las condiciones de acceso a la seguridad social, asimismo en crisis por su baja cobertura y el progresivo envejecimiento de la población.

Mientras tanto, el Gobierno debe tomar las medidas necesarias para enfrentar la inflación de bienes básicos que presionan a un aumento del salario y generan altos niveles de descontento social y conflictividad entre diversos sectores.

En este ámbito hay grandes desafíos, algunos coyunturales, otros estructurales.

En cualquier caso, exige el compromiso de las autoridades de poner el tema en debate y convocar a un amplio diálogo que nos permita avanzar hacia mejores prácticas.

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