Grandes exponentes del rubro amenizaron y amenizan sus páginas. El pionero fue Fiorello Botti, desde la edición número 1 de ÚH, en la década de 1970. El dibujante se desempeñó luego como directivo periodístico del medio gráfico.
Colegas y amigos destacan la gran sensibilidad artística de Botti, uno de sus rasgos de personalidad. El artista contribuyó positivamente en la labor cotidiana de reflejar momentos sociopolíticos a través del dibujo y del humor en cientos de páginas.
Luego ocuparon el espacio el dibujante Mario Casartelli, en ocasiones con guiones de Moneco López. Además, otros sumaron su talento en distintos momentos, entre ellos Nicodemus Espinosa, Roberto Goiriz, Guillermo Ares (Guillopá), Cris Beck, Emilio Pineda, Banghó, Miguel Ángel Sosa y, actualmente, Enzo Pertile.
Casartelli recuerda sus primeros pasos en ÚH. “Empecé en diagramación (diseño gráfico) y esporádicamente hacía caricaturas. En ese entonces, la firma de Botti era marca registrada en la tapa del diario. Aunque él era bastante cascarrabias, echamos buenas migas”. Tal fue así que cuando realizó una exposición de sus caricaturas en El Cabildo, le solicitó que él ilustrara su afiche, “y le gustó mucho”.
Moneco López se incorporó a la redacción y cuando Botti se retiró, a él y a Casartelli les asignaron llenar ese espacio.
“Al lado de Moneco, aprendí muchísimo. Durante un buen tiempo hicimos dupla en la portada, tuvimos buena acogida. Hasta que él fue dejando ese espacio y tuve que aprender a soltarme solo”, detalla Casartelli.
En las páginas del Correo Semanal, Casartelli hacía lo suyo, con caricaturas, chistes y su columna Caricatura Verseada, en tanto Moneco escribía sus memorables Diálogos improbables, pero no imposibles, con sutiles ironías, e ilustraciones de Mario.
No al facilismo
“Respecto a mis chistes debo decir que nunca permití que me impusieran tirarme contra esto o lo otro, salvo que yo estuviese de acuerdo. En ese sentido, tuve amplia libertad”, comenta Casartelli y asegura que nunca se dejó arrastrar por el mero efectismo o facilismo, aunque tuviese certeza de que tal o cual chiste causaría impacto popular, con “temas relacionados al machismo o discriminatorios hacia la orientación sexual”.
Entre las anécdotas, que son muchas, destaca una con la Essap. El agua salía sucia en toda la ciudad, los manejos de los fondos de la entidad eran considerados turbios. Casartelli hizo un chiste que decía algo así: “El agua de la Essap es de color marrón oscuro; sí, igualita al manejo de sus fondos”. Al siguiente día fue intimado por el director de la entidad e hizo este chiste: “El director de la Essap exige que me ratifique o me retracte en el mismo espacio sobre lo que dije ayer. Y aquí me retracto: “El agua de Essap es pura, transparente, hialina, hermosa, divina y preciosa como una rosa, nambréna luego”. Eso impactó en los lectores porque el agua seguía saliendo turbia.
Humor inteligente
Por su parte, Moneco López relata que él solamente quería hacer reír a la gente. “No me importaba mucho qué pensaran a través de mis escritos, no me ponía en el rol de formador de opiniones”, señala el humorista que trabajó en ÚH desde 1990 hasta el año 2017.
Con sus característicos ingenio y picardía fue parte del Correo Semanal, Revista Vida, columnas de opinión, además de los espacios ÚItima Hora Itépe, Cuarto Oscuro y Página Total. “Todos los trabajos fueron placenteros para mí, siempre me sentí libre de expresar, pero Página Total era mi niña mimada. Guardo buenísimos recuerdos del diario de gente que valía oro allí”, finaliza.