El Jueves Santo del año 1810, que cayó un 19 de abril, el Cabildo de Caracas formó una junta revolucionaria, la primera de las que habían de formarse en aquel año en las colonias americanas de España. Por eso puede decirse que los bicentenarios de la emancipación hispanoamericana han comenzado hace unos días. Las luchas por la independencia americana, iniciadas con la formación de la junta venezolana, iban a durar unos quince años (1810- 1825), para terminar con la formación de las actuales naciones hispanoamericanas.
La afirmación anterior requiere aclaraciones: las luchas revolucionarias comenzaron en Bolivia en 1809; la República Dominicana se emancipó definitivamente de España en 1865; Cuba, en 1898. Pero no se pueden evitar las generalizaciones, útiles cuando se las emplea con cuidado.
Y volviendo a la Caracas de 1810 (entonces capital de la Capitanía General de Venezuela), la formación de la junta se debió a una noticia llegada de Europa. En enero de 1810, el ejército francés obtuvo grandes victorias en España; con excepción de Cádiz e Isla de León, todo el país quedó en poder de Napoleón Bonaparte, quien había impuesto como rey de España a su hermano José. Por un momento se creyó que José se mantendría en el trono; vale decir, que España quedaría anexada al Imperio francés.
La noticia de las victorias francesas de enero de 1810 llegó a Caracas sólo en abril, en Semana Santa (entonces se navegaba a vela). Entonces se manejaron dos posibilidades: (1) reconocer a José Bonaparte como el nuevo rey; (2) reconocer la autoridad de Fernando VII, el rey español cautivo de Napoleón. En rigor, existía una tercera posibilidad: reconocer la autoridad de Fernando VII, pero pensándose en la independencia. Esta fue la opción de las juntas revolucionarias de aquellos años, que sólo de labios para afuera eran leales al preso Fernando VII.
Si don Vicente Emparán hubiera seguido esta opción, hubiera conservado el puesto de gobernador de Caracas. Pero don Vicente, al enterarse de que los franceses tenían ventaja en España, decidió gobernar Caracas en representación de José Bonaparte. La decisión cayó mal: el Cabildo de Caracas, con apoyo de un sector de la población, destituyó al bonapartista y formó la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Aquella (como las demás juntas americanas de 1810) fue el resultado de la alianza de los conservadores y los liberales. Los conservadores, aunque la Península quedara en poder de los franceses, querían conservar el sistema español en América. Los liberales querían la independencia, y no tenían empacho en jurar lealtad a Fernando VII, a quien consideraban un cadáver político.
En el fondo, nadie engañaba a nadie. La noticia de la “pérdida de España” pasó de Caracas al resto del Virreinato de Nueva Granada, que abarcaba las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador y Panamá, con la consiguiente formación de juntas. Por otro conducto llegó la misma noticia a los demás virreinatos: los del Perú, Nueva España y Río de la Plata. El 25 de mayo de 1810, Buenos Aires formó su junta, nominalmente fiel a don Fernando.
El 5 de julio de 1811, Bolívar y Miranda decidieron quitarse “la máscara de Fernando VII” y declarar la independencia. Y así Venezuela fue la primera nación sudamericana que rompió abiertamente con la metrópoli, aunque la independencia efectiva le exigió una década de lucha sangrienta.
Los bicentenarios de la independencia hispanoamericana comenzaron el 19 de abril de 2010, con la instalación de una junta en Caracas.
Guido Rodríguez Alcalá
Escritor
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