26 abr. 2024

Vida en concreto

Asunción y otras ciudades paraguayas tienen una característica única y difícil de encontrar en otros países: árboles en el medio de la calle o sobresaliendo de una gradería. ¿Amor a la naturaleza? Tal vez. Lo cierto es que este panorama tan singular tiene la supervivencia asegurada.

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HINCHA Nº1. Este lapacho fue inscripto como socio del Club Resistencia, que decidió preservarlo en medio de la gradería.

Fotos: Fernando Franceschelli.


Fue una noticia que trascendió nuestras fronteras. Un lapacho fue inscripto como socio del Club Resistencia, de la Chacarita, y reconocido como el hincha con más aguante. Y no solo eso. Cuando la institución construyó una nueva gradería, dejaron en ella un espacio para que la planta permanezca en su lugar.

En Paraguay son varios los ejemplos en los cuales los árboles han sobrevivido al concreto y siguen en pie rodeados de construcciones que se han adaptado a su presencia, porque el deseo de conservarlos —en el que se mezcla lo sentimental con la conciencia medioambiental— prevalece sobre otros intereses. Nada mal para un país en donde las noticias sobre la deforestación, incluso en áreas protegidas, son más frecuentes que aquellas que hablan de respeto a la naturaleza.

Un ejemplo que podemos encontrar en la capital es el emblemático yvapovõ sobre la avenida Santísima Trinidad. Otro árbol, casualmente de la misma especie, se encuentra ubicado al costado del Colegio San José, sobre la calle Rosa Peña. Ejemplos como estos se multiplican en otros rincones de Asunción y ciudades vecinas.

En efecto, en las localidades del área metropolitana también hay muestras de la permanencia de ejemplares arbóreos en la vía pública, algo particularmente usual en Lambaré, donde abundan los árboles en medio de la calzada, ya sea asfaltada o empedrada. Este es un panorama habitual en cualquier barrio de este municipio.
VECINO CERCANO. Un lapacho que emerge del balcón de la vivienda ubicada en Perú casi España.

VECINO CERCANO. Un lapacho que emerge del balcón de la vivienda ubicada en Perú casi España.

También están los que emergen de alguna construcción, cuya edificación tuvo que modificarse para adaptarse a la planta. El ejemplo más conocido está en el inmueble que se encuentra en Perú casi España, al que se le suma ahora la feliz iniciativa del Resistencia Sport Club, con su hincha más fiel. No son los únicos casos, pero valen como demostración de respeto a la vida vegetal.
Ventajas del verde
Mantener con vida a añejas plantas, dejándolas crecer en el lugar en el que germinaron, es un regalo no solo para ellas, sino también para las personas que se benefician con su presencia, de varias maneras, algo que va más allá de su innegable valor estético.
“Los árboles traen beneficios, y no solamente desde el punto de vista ornamental, porque también dan sombra y amortiguan los sonidos. Por ejemplo, si uno vive en una calle muy transitada, tener una cortina de vegetación amortigua mucho el ruido de los autos, de los escapes; es como un filtro”, afirma la ingeniera forestal Laura Rodríguez.
La profesional, que forma parte de la Fundación Moisés Bertoni, agrega que los ejemplares que se dejan en medio de edificaciones también pueden favorecer la presencia de aves que hacen sus nidos en ellos y dan una sensación de tener un jardín a mano, aun viviendo en un edificio.
Para el director de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Asunción, David Cardozo, los árboles son benéficos para las ciudades porque actúan como filtros para los contaminantes urbanos, bajan la temperatura del aire del lugar, regulan el flujo de agua y mejoran la calidad de esta. “Son un bien comunitario, porque aumentan la resiliencia de la ciudad, mitigando los efectos adversos del cambio climático”, dice.
Pero no siempre es aconsejable mantener plantas voluminosas en el medio de las arterias, sobre todo si estas son concurridas. Estos casos son evaluados por Gestión Ambiental y por la Dirección de Vialidad de la Municipalidad, las que dictaminan sobre la factibilidad del derribo o no, y sobre los posibles peligros que puedan ocasionar en el tránsito y a los peatones.
Una eventual tala se inscribe en la jurisdicción de Gestión Ambiental, que la realiza a través de la Unidad de Biodiversidad, encargada de autorizar los procedimientos, previa evaluación técnica ambiental, según la ordenanza municipal.
Cardozo señala que la Municipalidad capitalina cuenta con la ordenanza municipal n.° 340/13 que establece acciones a ser desarrolladas para la protección de cobertura arbórea de la ciudad de Asunción. En su artículo 9, inciso b, la normativa establece que solamente podrá ser autorizada la tala cuando represente peligro o riesgo eminente en tráfico vehicular o peatonal.
APOYO. Árbol que crece torcido... puede descansar en una pequeña muralla construida para él, en Palma casi Colón.

APOYO. Árbol que crece torcido... puede descansar en una pequeña muralla construida para él, en Palma casi Colón.

Sanidad vegetal
“Lo que se debe tener en cuenta para dejarlo en medio de una calle o en un edificio es que el árbol debe estar sano. Porque si, por ejemplo, está sufriendo un ataque de termitas muy fuerte o la inclinación con la que creció lo hace muy inestable, estas situaciones podrían poner en peligro la edificación”, aclara Rodríguez.
En cuanto a los ejemplares que se mantienen en la vereda, también deben recibir atención en el aspecto sanitario, ver que no estén muy atacados por insectos o por hongos, que estén sanos y correctamente podados, porque la poda incorrecta hace que el árbol se enferme más fácilmente o que en caso de un viento fuerte o de una tormenta —si un lado de la copa está mal podada y más pesada que la otra— se caiga, corte cables, destruya bienes materiales, o incluso resulte fatal para alguna persona.
Y si el árbol en cuestión se yergue en una calle concurrida, debe estar bien señalizado, en un cantero con una pintura reflectante que lo haga visible a toda hora. “Sí puede ser peligroso de noche, si se encuentra en un lugar poco iluminado. En el árbol se puede poner un cartel para hacerlo visible a la distancia”, recomienda la profesional.
La predilección de los paraguayos por vivir rodeados de vegetación y, de ser posible, contar con un árbol —preferentemente frutal— no es algo nuevo. Por el contrario, se manifiesta desde la época colonial, seguramente por la influencia guaraní y el contacto vital de este pueblo con la naturaleza, a la que cuidaban por ser fuente de sustento e instrumento de mitigación de las altas temperaturas estivales.
“Realmente los patios de las casas siempre tienen algún árbol, costumbre que sobrevive sobre todo en la zona de Gran Asunción, donde se mantienen los patios con árboles, no solamente ornamentales sino también frutales, como el pacurí, el mango —que no es nativo pero que está muy extendido— o el níspero, que antes era muy común en Asunción y hoy se encuentra en ciudades como Lambaré y Luque, donde todavía existen casas con patio”, apunta Rodríguez.
Según la experta, el hábito de tener árboles ya sea en casa o en las calles es bueno y debería ser preservado. “Tenemos zonas en las que disminuyó la cantidad de árboles y con ella, lógicamente, la sombra y el mantenimiento de la temperatura. Hace más calor allí”, añade.
Nuestra calidad de vida está ligada no solamente a la satisfacción de nuestras necesidades básicas, sino también a la pertenencia a un entorno natural favorable. Las plantas, los árboles, son nuestros socios número uno en la consecución de este objetivo de buena vida, por lo que conservarlos es esencial para nuestra continuidad como especie.