04 may. 2024

Urge erradicar prácticas de nepotismo en el Congreso

El caso del senador Jorge Oviedo Matto, del Unace, actual vicepresidente primero de la Cámara de Senadores, quien tiene a 31 familiares que perciben cerca de 200 millones de guaraníes del erario público, 24 de ellos en el Senado y 7 en otras instituciones, es una flagrante violación de la Ley 5295/14, que prohíbe a las autoridades nombrar o contratar a parientes en cargos públicos. La Secretaría de la Función Pública debe intervenir y tomar medidas en este caso, pero también la Fiscalía y la propia Justicia. De lo contrario, seguir insistiendo desde el Estado en que se combate la corrupción y se favorece la transparencia solo queda como un bonito discurso, sin correlación en la realidad.

A medida que se acerca la época de las próximas elecciones generales, desde el actual Gobierno y desde varios organismos del Estado se reiteran los mensajes de favorecer la transparencia y de combatir los hechos de corrupción.

Sin embargo, con mucha frecuencia, desde los medios de comunicación y desde sectores de la propia ciudadanía se siguen denunciando casos de irregularidades y delitos cometidos desde la función pública, que sin embargo no son intervenidos ni investigados, y mucho menos sancionados.

Uno de estos casos es el que ha sido denunciado por este diario en su edición del último domingo, en el que se revela una lista de 31 parientes del senador del Unace, Jorge Oviedo Matto, que han sido colocados en 31 cargos públicos, 24 de ellos en el propio Senado y 7 en otras instituciones, costándole al Estado cerca de 200 millones de guaraníes en forma mensual.

De este modo, el senador Oviedo Matto, quien fue presidente del Congreso en los periodos 2011 al 2012 y desde el 2012 al 2013, y actualmente es vicepresidente del Senado por el acuerdo político entre el oficialismo colorado y sus aliados luguistas y llanistas, está violando en forma flagrante lo que dispone la Ley N° 5295/14, que prohíbe el nepotismo en la función pública.

En su artículo 2° dicha ley enumera una larga lista de autoridades y funcionarios, incluyendo a los senadores y diputados, estableciendo que “quedan impedidos, dentro del ámbito de su competencia, a nombrar o contratar en cargos o empleos públicos a cónyuges, concubinos y parientes, comprendidos hasta el cuarto grado de consanguinidad”.

También sostiene que “el que realizare un nombramiento o una contratación de servicios, en contravención a lo dispuesto en la presente ley, será sancionado con una medida de inhabilitación en el ejercicio de la función pública de hasta cinco años y la nulidad del acto jurídico”.

El beneficiado será castigado con la misma pena que el autor y ambos serán responsables “de la devolución de los salarios cobrados indebidamente”. Es decir, no solo deben ser sancionados con la inhabilitación, sino los nombramientos deben ser anulados y el dinero cobrado debe ser devuelto íntegramente.

La Secretaría de la Función Pública debe intervenir y tomar medidas en este caso, cuanto antes, pero también deben hacerlo la Fiscalía y la propia Justicia. De lo contrario, seguir insistiendo desde el Estado en que se combate la corrupción y se favorece la transparencia, solo queda como un bonito discurso, sin correlación alguna con lo que ocurre en la realidad.

Más contenido de esta sección
Las reguladas del servicio del transporte público forman parte ya de la realidad cotidiana para los pobladores de la capital, su área metropolitana y el Departamento Central. El mal servicio, no obstante, afecta a todas las ciudades y localidades del Paraguay. Este, además de la salud pública, es el servicio más ineficiente que debe padecer la ciudadanía. Las humillaciones que a diario soportan los usuarios son inaceptables. Un transporte público seguro y cómodo es un derecho que tienen los paraguayos y significa calidad de vida.
Cada día se suceden los hechos delictivos que impactan en la ciudadanía, hasta el punto de que estos eventos prácticamente están normalizados. La violencia urbana afecta a las personas en las paradas del transporte público, en las calles y en los espacios públicos, mientras las autoridades del país continúan sin ofrecer respuestas, salvo alguna estadística surrealista. La inseguridad se suma de esta manera a la lista de deudas del Estado paraguayo, que tampoco ofrece a la población educación de calidad, salud pública, empleo digno ni servicios eficientes.
Creado hace 81 años, el Instituto de Previsión Social tiene como finalidad brindar asistencia a sus asegurados en caso de enfermedad, accidentes de trabajo y enfermedades profesionales y proporcionar una jubilación o una pensión al trabajador titular. Es una institución fundamental para el trabajador, y ha quedado demostrado que es imprescindible, a pesar inclusive de la corrupción y la mala gestión que consume sus recursos. Urge recuperar IPS para la mejor asistencia y asegurar a miles de paraguayos una digna jubilación.
Ya no quedan dudas de que la democracia en Paraguay está en riesgo. En la Cámara de Senadores, el sector colorado cartista y sus satélites no solo forzaron un reglamento para lograr la pérdida de investidura de una senadora de la oposición, sino que además resulta preocupante que lo hayan hecho como una forma de acallar voces críticas. Pasar por encima de la Constitución Nacional y pretender la uniformidad de todas las ideas y opiniones no es democracia. Están a un paso de causar un quiebre, y eso la ciudadanía no debe permitirlo.
El alto peso de las remuneraciones en el total del gasto público siempre llama la atención de la ciudadanía, a pesar de que con respecto a otros parámetros está por debajo de los estándares internacionales. Esto no sería un problema si fuese acompañado por calidad en la gestión pública, lo cual nunca será posible sin una carrera seria y rigurosa en la función pública basada en méritos y resultados de la gestión. Los casos de nepotismo muestran la fuerte injerencia político-partidaria en las decisiones que se refieren a los recursos humanos.
El contexto económico internacional cambió con respecto a los últimos años. La demanda externa favoreció a Paraguay como productor y exportador de commodities de bajo valor agregado y calidad. Hoy, el mundo exige estándares de calidad a la producción y la juventud paraguaya busca empleos en mejores condiciones que en el pasado. Esos resultados solo son posibles con emprendimientos e inversiones productivas, lo que a su vez exige seguridad jurídica, una condición debilitada por la actuación irresponsable de los políticos.