Superada la prueba de fuego en el tribunal electoral la semana pasada, el conservador Temer enfoca sus energías ahora en el Congreso, su principal aliado desde que asumió el poder en 2016 tras la destitución de la izquierdista Dilma Rousseff.
El fiscal general debe presentar en los próximos días cargos formales contra el mandatario, investigado por el Supremo Tribunal Federal (STF) por corrupción, obstrucción a la justicia y organización criminal.
Pero para que el caso siga su trámite en la corte suprema, la denuncia deberá ser validada por dos tercios de la Cámara de Diputados, una posibilidad relativamente remota, dado que el impopular mandatario mantiene una mayoría sólida en el Congreso.
Un blindaje que se refuerza por el hecho de que los escándalos de corrupción de la operación Lava Jato también persiguen a decenas de legisladores.
“Estamos viendo cómo la base del gobierno se está organizando para rechazar la denuncia de forma rápida, para enterrar el asunto. Y uno de los factores de fuerza es la situación penal del presidente, que es muy parecida a la de muchos parlamentarios y eso hace que tiendan a solidarizarse con él”, dijo el diputado Alessandro Molon, del partido opositor Rede.
Molon, uno de los legisladores que recientemente presentaron un pedido de impeachment contra Temer, asegura que el mandatario busca su victoria “de todas formas” y destrabó en las últimas semanas abultados presupuestos destinados a los parlamentarios.
Temer está luchando –exitosamente– por sobrevivir, desde que el pasado 17 de mayo salió a la luz una famosa grabación en la que parece dar aval al pago de un soborno.
Y si bien partidos minoritarios abandonaron rápidamente el gobierno, el presidente Temer ha logrado que su principal socio, el PSDB (centroderecha), se mantenga por ahora a su lado. afp