El estudio denominado Diagnóstico de la fertilidad de los suelos de la agricultura familiar paraguaya, saca a luz que “se necesita de forma urgente crear un programa para la construcción integral de la fertilidad de los suelos”, dijo el Ing. Agr. Enrique Hahn Villalba, autor y asesor ad honórem del MAG.
El potencial de producción es apenas del 30% por la falta de una gestión nutricional de los suelos, cuyo costo es muy alto y obviamente no puede ser financiado por los pequeños productores, quienes en su mayoría tampoco pueden acceder a créditos, comentó el experto. Esto justifica la creación de un programa que pueda rehabilitar los suelos de los pequeños productores, agregó.
El estudio analizó 6.187 parcelas de productores de nueve departamentos. El objetivo inicial era analizar el nivel de fertilidad logrado con las tecnologías aplicadas a través de programas. Al final del análisis, se dieron cuenta que eso todavía no es suficiente y que la situación de los suelos es aún más compleja.
“Estos productores nunca han sido atendidos en esa área”, manifestó Hahn Villalba. La mayoría de ellos cuentan con apenas cinco hectáreas de suelo que necesita intervención con urgencia, con planes de corrección de suelo, que no solamente se limite a cal agrícola. El déficit va más allá, e incluye severos problemas en macronutrientes esenciales como azufre, potasio y magnesio, expresó.
Esta degradación ha afectado directamente la producción. Una hectárea en Paraguay tiene la capacidad de producir alrededor de 8.000 kilos de cualquiera de los productos de mayor auge, como arroz y soja, pero solo se obtienen 2.000 kilos. La otra cara de la moneda son los grandes productores que cuentan con la capacidad de financiar tecnología, recordó.
La falta de aplicación de nutrientes y correctivos del suelo hizo que, con el correr del tiempo y tras la sucesión de cultivos, se deteriore el suelo, manifestó.
OTROS DATOS. El material en cuestión también revela que los pequeños productores, con fincas de 50 hectáreas, suman 265.415 unidades. Esa es la cantidad de familias que dependen de dicha actividad. No obstante, el 81% de ellos tiene apenas entre menos de una y diez hectáreas para cultivar. Apenas un 13% de ellos posee entre diez a veinte hectáreas, y el resto, un 6%, alcanza las 50 hectáreas.
Tampoco se percibe alta disponibilidad de herramientas para llevar adelante procesos productivos. Un 16% más “privilegiado” cuenta con tractores, mientras que la principal herramienta son las sembradoras manuales (matracas), que llegan al 56% de los pequeños productores.