24 abr. 2024

¿Quién piko quiere ser aduanero?

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Los aduaneros indignados amenazan con ir a la huelga si les meten gente de afuera como administradores; arrebatados funcionarios del Poder Judicial aplican paros escalonados exigiendo que les repongan en el presupuesto algunas de las bonificaciones que cobran; otro sector público, igual de furioso, advierte que paralizará el país si no les presupuestan su escalafonamiento salarial (otro eufemismo para el aumento salarial).

Todos están muy enojados y hablan de la pretensión apátrida de unos pocos burócratas de Hacienda de negarles el sagrado derecho de recibir un poco más de plata del Estado.

Yo les respaldo incondicionalmente. Creo que no pueden ni deben admitir el menor retaceo a sus actuales emolumentos. Y es más, humildemente, en mi condición de aportante al fisco, propongo que castiguen severamente al Estado, que le den una lección histórica. Sugiero que renuncien masivamente a sus cargos y partan despreocupados a buscar trabajo en el sector privado.

Que se jodan en el Estado. A ver si consiguen alguien dispuesto a trabajar seis horas al día, cinco días a la semana, por un salario de tres millones de guaraníes para arriba (en el peor de los casos), con alguna que otra bonificación, uno o dos aguinaldos y algún que otro beneficio, según el enganche político y el tipo de contrato colectivo suscrito.

Planteo que quienes hoy padecen ese tratamiento deleznable por parte del Estado se retiren ofendidos del sector público y vayan a buscar mejores condiciones en ese prometedor mercado privado, ese mundo desconocido para ellos donde labora el 90 por ciento de la población ocupada del país, esos ciudadanos que en su mayor parte no tienen seguro médico, ni posibilidad de jubilación, ni vacaciones pagas, ni la más pálida idea de lo que es una bonificación, pero cuyos impuestos se gastan en un 87 por ciento para pagar los salarios públicos, bonificaciones y gratificaciones incluidas.

Creo, honestamente, que toda la briosa muchachada que hoy engrosa la nómina de Aduanas y que demuestra en su gran mayoría un talento económico envidiable, multiplicando bienes muy por encima de sus ingresos, debe dejar librada a su suerte a la institución, privándola de sus aportes.

Vamos a ver si hay quien se anime a reemplazarles en el cargo.

Es más, creo que sería un experimento social realmente fascinante. Hacer un enroque laboral por un año. Que los paraguayos que trabajan en el sector privado pasen a ocupar los puestos de trabajo en el Estado y que los funcionarios vayan a esos puestos vacantes en el sector privado.

No sé por qué se me ocurre que de golpe y porrazo se acabarían las huelgas y los paros.

Sí, ya sé, es una idea absurda. Después de todo, ¿quién piko quiere ser aduanero?

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