28 mar. 2024

Mujeres a la conquista

Dos años después de haber salido de prisión –absuelta de culpa y pena–, Lucía Sandoval se embarca en un emprendimiento junto con otras dos abogadas: una consultora jurídica con la que buscan brindar una atención humana y personalizada.

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Revista Vida

Por Natalia Ferreira Barbosa / Fotos: Fernando Franceschelli

La mujer detrás del escritorio es como cualquier otra. Está llena de sueños y esperanzas que cumplir. Recientemente, en abril de este año, se cumplió una de sus metas: culminar la carrera de Derecho para convertirse en abogada, una que no cree en el azar, sino que confía en que por algo pasan las cosas y en que todo tiene su tiempo. Su semblante está relajado y elige con cuidado las palabras, las cuales no tienen adornos ni excesos. Sobre la mesa, bien al alcance de sus manos, tiene un ejemplar del Código Penal y Código Procesal Penal.
El nombre de Lucía Sandoval se convirtió en un símbolo de lucha resiliente para las víctimas de violencia de género. El pasado 27 de agosto se cumplieron dos años desde que salió del Buen Pastor, en donde estuvo privada de su libertad por tres años y seis meses, tras haber sido acusada del homicidio de su esposo, en 2011. Ella fue absuelta de culpa y pena, y desde entonces empezó una nueva etapa de su vida. Durante un tiempo se dedicó al diseño de modas y a estudiar. Justamente ahora, después de tanto tiempo, cumple su sueño de adolescente de ejercer como abogada. Lo hace como integrante de la consultora legal Rolón, Heralesky & Sandoval, que se acaba de abrir y donde trabaja en sociedad con otras dos abogadas.
Nuevos desafíos
“Antes de ingresar al Buen Pastor, no conocía el sistema y después lo viví en carne propia. En los libros sobre derecho leíamos una cosa pero en la realidad se daba otra. Si mi caso no se hubiese mediatizado, iba a ser diferente el fin de la historia. Cuando miro ahora cómo funciona la Justicia, me asusto, porque no tendría que ser así. La ley te dice maravillas, pero chocás con algo completamente diferente”,dice Lucía.
Ella habla desde su despacho en la consultora, en donde recibe al equipo de Vida. Al rato se suman sus colegas: las abogadas Romina Rolón y Margarita Heralesky. La idea central de este emprendimiento es humanizar y personalizar la atención del cliente a través de un equipo en el cual todos aportan algo. Cuando se ponen de acuerdo –porque la química entre estas mujeres es evidente– resuelven que Romina aporta la experiencia, Margarita el talento, y Lucía la perseverancia.
“Lucía es una persona que nunca ve el vaso medio vacío, siempre está medio lleno. Es muy optimista. El mundo se puede caer a pedazos, pero ella se mantiene firme. Y transmite eso. Cuando estábamos preparando la oficina, ella vino con su pincita y arregló una cortina. Estuvo como siete horas con su pincita, trabajando en silencio”, cuenta Romina.
Claramente, en este grupo cada una tiene algo que aprender de la otra. Ahora surge la pregunta: ¿Cómo se conocieron? Si seguimos con la lógica de Lucía, parece ser que por algo pasan las cosas. Entonces no fue al azar que el 23 de julio del 2014, el abogado Jorge Bogarín cayera enfermo justo el día en que tenía que presentar los alegatos iniciales del juicio oral de Sandoval, cuya defensa tenía asignada. En ese entonces, Romina trabajaba en el estudio jurídico de Bogarín.
Lucía no sabía que Romina también trabajaba en su defensa y la conoció el día del juicio. “Ella me pasó la mano y se presentó. Me dijo que no me preocupara, que me iba a defender con uñas y dientes. Y cuando escuché sus alegatos iniciales, me di cuenta de que estaba en buenas manos”, recuerda con precisión Lucía, quien mide el tiempo en meses y días exactos. Margarita también estaba trabajando en el mismo estudio jurídico por el mismo caso.
Empoderamiento total
De una relación de cliente-defensor, pasaron a ser un equipo. La idea de la consultora nació cuando Romina y Margarita decidieron independizarse laboralmente. “Lo hicimos para salir de esa zona de confort. No hay que sucumbir ante la inercia de la vida, emprender un proyecto propio te permite pasar más tiempo con los hijos y disponer de tu tiempo. Significa un empoderamiento en todos los sentidos. Las mujeres deberíamos animarnos más a emprender”, afirma Romina.
A invitación de estas dos abogadas, Lucía se sumó al proyecto. Y entonces el peso social de la consultora cayó sobre sus hombros. Es que apenas se supo de esta iniciativa de la cual ella es parte, muchas personas entraron en contacto. “No podemos evitar la atención sobre Lucía, porque ella es un emblema de lucha contra la violencia de género, eso no se puede negar. Muchos protocolos institucionales fueron cambiados a raíz de su caso. Ella es la que recibe los emails, los mensajes de mujeres que se sienten identificadas con ella en los casos de violencia de género, por lo que quieren contar con sus servicios profesionales”, sostiene Romina. En este sentido, Lucía siente mucha responsabilidad porque “ellas confían en mí, saben que pasé por eso y que me voy a colocar en su lugar. Pero cada caso es particular”, aclara.
Este emprendimiento, además de un deseo de independencia, tiene también un objetivo compartido: el de personalizar la atención al cliente. El abogado, al igual que el médico con muchos años de ejercicio en la profesión, explica Rolón, suele desarrollar cierta inmunidad al dolor y la angustia ajena. “Si bien los abogados no somos psicólogos, creemos que podemos desempeñar un papel de contención emocional, porque lo que hacemos es administrar conflictos y emociones. Y esto debe tener mayor énfasis cuando se trata de un persona en contexto de encierro”, subraya.
El trabajo de este poderoso trío abarca distintas áreas del Derecho, aunque Romina y Margarita están especializadas en derecho penal y Lucía va por el mismo camino. Esta área en particular, históricamente siempre fue ejercida por hombres en su mayoría, asegura Romina. Las tres están conscientes de que las mujeres, en cualquier profesión –y la abogacía no es la excepción–, deben luchar para ganarse su espacio.
“A los hombres se los relaciona con el campo penal hasta hoy. Y es algo con lo que queremos ir rompiendo. El trato diferente por ser mujer es algo que se siente, yo al menos me doy cuenta y hay que luchar diariamente contra eso”, admite Margarita.
Si de algo está convencido este equipo es de que si las mujeres aún no cuentan con el espacio que se merecen, van a salir a pelear por él y a conquistarlo. “Hay que pararse frente a la vida, como dicen. No depender de nadie y trabajar en equipo”, concluye Lucía.