Por: Carlos Darío Torres
Los 3 Sudamericanos, Daniel Patiño, Marco Antonio Solís. Intérpretes y autores de diverso origen y aceptación que se vuelven muy populares cuando se acerca la Navidad, porque con sus canciones ayudan a crear ese clima que mezcla alegrías y contento con melancólicos recuerdos y –muchas veces– también con tristezas que desgarran, sentimientos propios de los festejos findeañeros, donde las presencias y las ausencias se vuelven más patentes. Son letras y músicas que no por repetidas pierden su capacidad de generar emociones.
La lista no es extensa y las canciones que cada tanto se agregan tampoco abundan. Probablemente los clásicos, los más se escuchados durante las fiestas desde hace más de 50 años, sean los contenidos en el disco Navidad con Los 3 Sudamericanos, grabado en 1961 por este grupo paraguayo.
Esos temas tienen la característica de ser universales, pues combinan canciones propias de nuestro país con otras provenientes de distintas tierras y costumbres. Mazapán con miel y la humita fiel no son comidas que encontraremos en las mesas navideñas tradicionales del Paraguay, pero las escuchamos nombrar cada año, gracias a Alma María Vaesken, Johnny Torales y Casto Martínez, quienes interpretan En un burrito orejón, de Víctor S. Lister y Cátulo Castillo.
Otra canción muy popular interpretada por el trío compatriota es Santa Claus viene a la ciudad, de Haven Gillespie y John Frederick Coots. Esta composición, a su manera, ayudó a introducir en la tradición paraguaya a Santa Claus, conocido en varios países de habla hispana como Papá Noel. También nos trajo la costumbre de hacer regalos en Navidad, que está íntimamente ligada al personaje.
De hermosa melodía, la canción tiene una letra acorde al lugar y al tiempo en los que fue escrita (Estados Unidos, 1934). En ella se instruye a los niños a ser obedientes y a no hacer enojar a mamá y a papá, so pena de no recibir los esperados regalos. De paso, convierte a Santa Claus en un omnipresente Gran Hermano que todo lo ve y todo lo oye, que decidirá quién es merecedor del premio.
Habitual en cualquier emisora de radio en las fechas cercanas a fin de año es Repican las campanas, la versión en castellano de la conocida Jingle bells, de James Pierpont, que curiosamente no es una canción de Navidad propiamente, pues ni siquiera se la menciona en la letra. En realidad, el autor estaba pensando en las carreras de caballos cuando la escribió.
Infaltable también es el villancico Noche de paz, noche de amor, de Franz Xaver Gruber, el compositor austriaco que lo creó en el siglo XIX. Si no el más famoso, debe ser el tema más antiguo de los escuchados en estas fiestas. Navidad y Año Nuevo, del mexicano Chucho Navarro (ex Los Panchos), es otro clásico, con aires de música paraguaya en la versión de Los 3 Sudamericanos.
Igualmente, el trío paraguayo nos trae cada año Rodolfo, el reno de la nariz roja, del estadounidense Johnny Marks, quien la compuso en 1948 y fue interpretada por primera vez en 1949 por Gene Autry. A los que rondan los 60 años de edad les debe sorprender esta noticia, pues Autry era más conocido por ser el personaje principal de una revista de historietas de vaqueros. Él, una persona de carne y hueso, también tenía sus propias películas de Serie B y era, además, cantante.
Letras cercanas
En el disco de Los 3 Sudamericanos está incluida una canción con identidad paraguaya: Navidad del Paraguay, a veces nombrada como Navidad de flor de coco, de Mercedes Jané y Esteban Morábito. El periodista y profundo conocedor de nuestro folclore Mario Rubén Álvarez cuenta que estando en Santiago de Chile, en usufructo de una beca, a Jané se le antojó que había olido el aroma de la flor de coco, pero le resultó tan real la experiencia que inmediatamente se metió a un bar y compuso la canción en una servilleta.
Jané nació en la Argentina, pero conoció Paraguay de joven y se enamoró del país. Cuando se casó, con su marido decidieron radicarse en nuestro país. La identificación de Mercedes con el Paraguay fue tal que sirvió como enfermera durante la Guerra del Chaco (1932-1935). Entonces, no es raro que al hallarse lejos de su patria de adopción, se le haya antojado percibir una fragancia que la trasladó por algunos segundos a nuestro país y que a esa nostalgia la convirtiera en versos.
La compositora le pidió a Esteban Morábito que le pusiera música y así Navidad del Paraguay se convirtió en un clásico. “Es muy dulce, muy tierna y muy paraguaya también por la referencia a la flor de coco. Hoy en las calles se vende como flor de coco la flor de pindó, pero la diferencia es que la del pindó no tiene olor y es más chica. Cuesta mucho conseguir la de coco, porque el cocotero es muy alto y hay que poner un cuchillo en el extremo de una tacuara larga, y tener una gran habilidad para cortar y echar. Además, no se debe estropear al caer”, dice Álvarez.
Muy cercana al corazón y a nuestras costumbres es Faltan cinco pa’ las 12, cantada por el formoseño Daniel Patiño. La letra de esta canción hace referencia a los momentos previos a la llegada de la medianoche y del Año Nuevo, pero por pintar un instante semejante al que se vive la semana anterior, también es representativa de la Navidad, y se la escucha antes y durante la Nochebuena.
Más acá en el tiempo, y a caballo del Nuevo Cancionero, Maneco Galeano nos legó Dos trocitos de madera. Al respecto, Álvarez comenta que con este tema “Maneco quiso hacer una Navidad urbana y muy a su estilo. Él introdujo, en la letra, el arro kesu, que no tiene nada que ver con la Navidad, pero como creador, con su propia visión del mundo, lo incorporó como parte de este festejo. Y dentro de esa gracia popular cayó muy bien”.
Vienen de afuera
Otro tema muy solicitado en estas fechas es Navidad sin ti, del mexicano Marco Antonio Solís, insufrible para muchos pero igualmente muy popular. El mes pasado recibió publicidad adicional gracias a Cristian Paniagua, de Kuimba’e Aty, quien pidió prohibir la canción con el poco convincente argumento de que genera recuerdos negativos en los varones, quienes en tan significativa fecha rememoran viejos y sufridos amores. Por suerte, o lamentablemente, su pedido no tuvo eco favorable. Por lo menos hasta ahora.
Una canción relativamente nueva, aunque fue lanzada en 1984, es Last Christmas, del grupo británico Wham!, cantada por George Michael y que ya forma parte del repertorio obligado de las fiestas. Debe ser la única canción navideña que solo se escucha en inglés en nuestro país, al contrario de otras como Jingle bells, que tiene su versión en castellano, y temas como los interpretados por José Feliciano.
¿Está bien que entre las canciones más escuchadas en las fiestas de fin de año se cuelen algunas que no tienen que ver con nuestra tradición? “La Navidad tampoco es nuestra y todo lo que sea para exaltar los sentimientos, para recordar, para emocionarse, es válido, sea o no paraguayo. ¿Por qué, si no, nos gusta tanto el Din din don?”, se pregunta Mario Rubén.
Según Álvarez, quien se define como un hurgador de nuevas creaciones, no es cierto que no haya novedades en cuanto a canciones navideñas paraguayas, y cita a Mbokaja, de Francisco Cristaldo y Juan Francisco Barrios, y a Dulce Navidad paraguaya, de Rubén Domínguez. También menciona la versión en guaraní de Noche de paz, noche de amor, del grupo Paraguay Tres, de los hermanos Guido, Dilda y Elsa Cheaib, sin olvidar las músicas grabadas en su momento por el arpista Luis Bordón. “Hay temas nuevos, solo que no se conocen”, afirma.
La Navidad, reflexiona el periodista, “para muchos es un momento triste, porque quien más quien menos tiene ausencias. Solís, por ejemplo, cuenta lo que es una situación que suele pasar en Navidad y lo dice de un modo muy explícito. Y Last Christmas es universal. Yo no lo veo mal porque la Navidad es una transculturación, que nos llegó de afuera. Tenemos nuestras propias canciones pero también aquellas que se incorporaron y todas son válidas”.
Imaginarse una Navidad sin alguna de estas canciones sonando en el ambiente es imposible, porque sus letras y sus melodías están tan identificadas con ella que la relación es indisoluble. Son los sonidos del espíritu de una fiesta, que con sus recuerdos –alegres o tristes–, siempre es aguardada con esperanzas.
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