Los obispos mantuvieron con el Papa una audiencia oficial en el Palacio del Vaticano en la mañana de este lunes, momento que fue aprovechado para obsequiarle varios presentes característicos de la cultura paraguaya.
En primer lugar, Francisco recibió un poncho tradicional de Piribebuy, luego un mantel de ñandutí; también recibió un dulce regalo: dos litros de miel de los indígenas de Kambay, Caaguazú; además de un matero de plata, relató monseñor Edmundo Valenzuela.
Por último y para acompañar su mate, el papa Francisco recibió la tradicional chipita paraguaya, ofrecida por el monseñor Pastor Cuquejo.
La ocasión trajo a la memoria lo vivido en Paraguay, puesto que al Santo Padre recordó a los jóvenes del Paraguay, el trienio y se sintió muy contento.
El Papa hizo un pedido desde Italia a los jóvenes, que los mismos sigan trabajando en lo que es el trienio, insistió en que se trabaje en las comunidades y que eso produzca muchos frutos. Además, solicitó que “todos recen mucho por él”.
Por último, encargó a los obispos que se cuide del tesoro que tenemos, que es la Virgen de Caacupé, cuya festividad es el próximo mes, y pidió que se haga todo lo posible por incentivar esa devoción y ese amor a la madre.
El encuentro con el pontífice duró dos horas cuarenta minutos. "Él no mostró en ningún momento rostro de cansancio. Es más, yo me sentía cansado y él, al ser advertido de que ya había pasado el tiempo, nos preguntó si deseábamos continuar, por supuesto que dijimos que sí¨, comentó el monseñor Claudio Giménez.