Cuando la racionalidad impide entender la realidad, comprenderla y modificarla por los mecanismos establecidos, no queda más espacio que recurrir a la irracionalidad y a la locura. Nos sacude, perturba, despierta nuestra hilaridad primero, asombro después, para acabar cuestionando profundamente sus causas.
La conclusión inicial es que algo anda mal con el sujeto para luego cuestionar la razón de su locura. Y es en este momento en que los mecanismos de corrección deben ser implementados.
Esta introducción viene a cuento por lo que acontece en Ciudad del Este donde un concejal –de metafórica denominación de Kelembu– ha denunciado enjuagues en licitaciones de alimentos realizados por la familia Zacarías, que domina políticamente la segunda ciudad en población del país.
Harto de no tener respuestas, atacó primero en las redes sociales para luego acometer la tarea junto con otros dos abogados de escrachar a la funcionaria encargada de imputar en el caso, pero que tiene directa relación con una de las partes afectadas.
La situación pasó de las pintatas a los cintarazos y al defeque público del abogado Cubas, pasando por otros hechos escandalosos en donde podía notarse la degradación de autoridad policial, militar y por supuesto “la majestad” de la Justicia.
Ciertamente algo anda mal con quienes deberían andar bien y como no es posible corregir en el marco del llamado “sistema republicano” solo queda margen para expresar en hechos rayanos en la locura la degradación que han sufrido los administradores de la Justicia en el país, pero más que ningún otro sitio en zonas fronterizas donde las prácticas del far west son comunes aunque en el caso nuestro debería ser el far east (lejano este).
Una larga connivencia con el crimen, el hampa, hechos criminales e incluso asesinatos por encargo ejecutados por las mismas fuerzas policiales han generado un nivel de impotencia que se ve incapaz de canalizarse por las vías ordinarias.
Hasta ahora son gestos simbólicos. Para algunos ocurrentes para otros con claros signos de deterioro en la racionalidad de sus actores, pero no deben ser los síntomas los que tendrían que ser analizados sino las causas que han llevado a comportamientos de este tipo.
Cuando alguien desafía el statu quo, este tendría que reflexionar seriamente sobre su conducta antes de que se pase a otro estadio aún más grave, donde los costos excederán en mucho las conductas personales. Por este camino se pierden la vergüenza, el honor y finalmente la libertad.
El elogio de la locura de Erasmo de Roterdam es un ensayo valioso para entender la conducta humana y un clásico de la literatura.
Lo que aconteció en Ciudad del Este esta semana, donde el real y metafórico defeque en sede judicial y cintarazo al magistrado de ocasión deben encender las alarmas de un sistema que resiste a comprender la gravedad de su situación y el notable peligro que supone su conducta inmoral.
Los locos suelen decir verdades que los cuerdos callan, temen y esconden.