26 abr. 2024

La nefasta herencia política de Lino Oviedo

En estos días, el gris contralor Óscar Velázquez es la estrella del escenario mediático, aunque vinieron a disputarle con fuerza el suboficial Osorio y sus altos jefes policiales.

Foto: UH Edicion Impresa

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El caso del contralor impacta más porque tiene esa infalible fórmula de sexo, política y poder, que genera indignación y morbo, mientras que los policías son protagonistas de una película repetida: la de los polibandis.

El escandaloso caso de la secretaria vip que ganaba más de 20 millones por horas extras, cuyo día duraba 27 horas y que trabajaba en la Contraloría cuando ya estaba en el avión rumbo a la playa, puso foco en el contralor.

Además de ser poco eficaz en la lucha contra la descomunal corrupción pública, convirtió a la Contraloría en una contradicción mayúscula de su esencia. El organismo que debe controlar, vigilar y fiscalizar los bienes públicos y del patrimonio del Estado, está en el ojo de la tormenta por tener los mismos vicios de las instituciones que debe controlar.

ser oviedista. Velázquez llegó a ese cargo en el 2010 gracias a un pacto entre el PLRA y Lino Oviedo, líder de Unace fallecido en el 2013. El contralor resume en su accionar la impronta del general que luego su destacada participación en el golpe para derrocar al tirano Stroessner, entró a la política donde se destacó como caudillo popular, pero sobre todo por intentos golpistas, chantajes y beneficios personales amasando una fortuna inexplicable como muchos otros que se dedican a la política.

Pero más allá de su indiscutible y polémico liderazgo popular, Oviedo no honró la política rodeándose de hombres y mujeres destacados por su labor intelectual, compromiso social o integridad en el ejercicio de la función pública, ya sea electoral, ya sea administrativa.

Si a un árbol se lo conoce por sus frutos, lo mismo se aplica a un líder político, que evidencia su perfil por la gente que elige para gobernar.

Y el Parlamento es quizá donde mejor puede medirse el estilo Oviedo de entender la política. Como único líder, eligió a quienes debían representarlo en ambas cámaras. De los que eligió, ninguno sobresalió como ejemplo del ideal político que deja huella en la sociedad.

Qué dejó como legado Enrique González Quintana que no sean sus jocosas intervenciones o la intolerancia con tufos fascistas de José Manuel Bóbeda, el pensador antimarxista y homofóbico más relevante del Unace.

Cómo no recordar a la senadora Clarisa Marín, cuñada de Oviedo, que en cinco años aportó el silencio como posición política. O bufones como el diputado Artemio Barrios, que de músico y locutor, entre denuncias de corrupción dejó el partido en medio de escándalos de pagarés que afectaron a otros como el zigzagueante Óscar Tuma, Víctor Yambay, Daniel Fleitas y el mismo Barrios, demandados por su líder.

un heredero ambicioso. Pero en esta lista, sin dudas, el personaje menos escrupuloso es Jorge Oviedo Matto, heredero no natural de Oviedo que se apoderó del Unace en una maniobra poco clara.

Oviedo Matto, senador desde el 2003 (va por el tercer periodo), fue la piedra del escándalo político que supuso una herida mortal para el PLRA. Fue el beneficiario económico principal de ese acuerdo electoral que firmó el Unace con el PLRA, tras la trágica muerte de su líder en febrero del 2013.

Unace sin Oviedo es casi nada. En el 2003 lograron entrar 7 senadores. En el 2013, apenas 2.

En marzo, un mes antes de las elecciones generales, en virtud al apoyo de Unace a Efraín Alegre, Oviedo Matto hizo el negocio de su vida: El Indert pagó una vieja cuenta pendiente de G. 46.884.846.163 (unos 10 millones de dólares) por una propiedad inservible para la reforma agraria en Cordillera a una empresa donde el padre del senador era accionista.

El escándalo enlodó aún más la campaña liberal que ya venía a menos por la cuestionada gestión de Federico Franco.

Hoy, Oviedo Matto y Bóbeda, únicos sobrevivientes parlamentarios de Unace, siguen con el negocio político apoyando sin reservas el gobierno de Cartes.

Oviedo Matto es único líder de Unace, al que ya no pertenecen siquiera los hijos de Oviedo, los diputados Fabiola y Ariel, que retornaron al Partido Colorado en octubre del 2013. O sea, ni siquiera los hijos del general lucharon por mantener el legado de su padre al frente del Unace. Ambos sobreviven con protagonismos diluidos y futuro político incierto.

Unace es una sombra. Apenas tiene 2 bancas en Senado y haciendo una retrospectiva de su rol durante los 25 años del pos stronismo, los anticuerpos naturales de la democracia harán que el partido desaparezca porque ni su líder ni sus dirigentes han hecho mínimas acciones para heredar una mínima ética a la política.

Por todo esto, se entiende por qué el contralor se aferra al cargo.

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