Sergio Cáceres Mercado
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Hay películas que confunden. Esta es una de ellas, aunque hay que admitir que al principio el mensaje es bastante claro. Es al final cuando uno se pregunta ¿a qué iba todo? De lo que no hay duda es que la originalidad es una gran ausente, pues hay varios títulos que ya tocaron lo que ahora se nos presenta.
El antiguo Egipto es por enésima vez el origen de esta aventura, lo que explica justamente esa falta de originalidad. El personaje principal, encarnado por Tom Cruise, tiene elementos de Indiana Jones, pero principalmente el de aquel aventurero encarnado por Brendan Fraser en una saga de pocos años atrás que mostró escenas y temas muy similares. Es más, hasta en la introducción de personajes cómicos han copiado a otros.
El desarrollo del personaje de Tom Cruise nos muestra a alguien superficial y avaro, que es más o menos coherente a lo largo del filme. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de Russell Crowe, cuyo “secreto” no se entiende qué tiene que ver en todo.
Aunque los efectos especiales son de gran factura, así como las escenas de acción, en general no se logra un buen producto final por lo que hemos discutido: la falta de originalidad y la confusión generada por un guion que deja muchos cabos sueltos. Y aunque sea una película donde lo fantasioso tiene su derecho a volar, hay un límite para ese vuelo, y tal límite es lo absurdo, algo que acá no se respeta. Solo hay que ver cómo aparecen los dioses egipcios frente a los mortales para entender de lo que hablamos.
Como todo apunta a que vendrá una secuela, esperemos que, además de ciertos elementos técnicos, el guion ofrezca una historia coherente. Por el momento, esta primera película no ha podido ser redondeada. (* * regular)