Los choferes se crucificaron porque, hartos de injusticias del diputado del PLRA Celso Maldonado empresario de la 49, no sabían ya cómo defender sus derechos.
Estos choferes trabajaban diariamente hasta 18 horas. Cobraban 30.000 por cada redondo y al día hacían tres o cuatro.
Se les obligó a cada uno a recoger 18 afiliaciones para la hija del diputado como concejala en Luque. En cada redondo se tenían que cobrar de los pasajeros cerca del medio millón de guaraníes. Si se moría en la estancia del diputado una vaca era faenada y obligatoriamente tenían que comprar la carne los choferes.
Para más de 100 choferes, ahora ha puesto cinco camas para dormir. Antes lo hacían en un último piso, que servía de depósito, sin baño, y en el suelo sobre cartones. En el intermedio no dejaron entrar a los inspectores hasta que pusieron las cinco camas.
Porque no tenían vacaciones ni aguinaldo, ni contrato escrito y, al menos, en un caso se descubrió que no pagaban IPS (murió el hijo de un chofer) y porque si no obedecían las anteriores imposiciones eran multados o sancionados, se conformó un sindicato el 22 de junio. El 23, diez de la comisión dirigente fueron dados de baja y poco a poco por solidaridad o porque descubrieron quienes estaban sindicalizados, hasta 51 quedaron sin trabajo. En el ínterin la empresa del diputado ha intentado dividirlos y comprarlos.
Actualmente los crucificados, además ahora en huelga de hambre, exigen para dejar estas medidas: reconocimiento del sindicato por el Ministerio de Trabajo (¿por qué no lo ha hecho ya?) y la reincorporación ya al trabajo de los despedidos.
Esta es la realidad de los crucificados.