Tras el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, ocurrido el 23 de marzo de 1999, centenares de ciudadanos permanecieron en las plazas frente al Cabildo de Asunción, exigiendo el juicio político del presidente Raúl Cubas Grau y cárcel para el general Lino Oviedo.
En la tarde del viernes 26 de marzo, una fuerte represión combinada de varios escuadrones de la Policía logró desalojar a los manifestantes, que se replegaron hacia la Catedral Metropolitana, pero minutos después los mismos tomaron fuerza y arremetieron de nuevo, enfrentando cuerpo a cuerpo a los uniformados, hasta lograr desalojarlos completamente y recuperar la plaza.
En medio del caos del enfrentamiento, entre chorros de agua y nubes de gas lacrimógeno, el fotógrafo Mario Valdés, de Última Hora, divisó a un joven pelilargo, con aspecto metalero, con una remera de los Gun’s, que gritaba desafiante con una cachiporra en la mano, arrebatada a un policía como su trofeo de guerra. Su grito de orgullo: "¡Soy paraguayo, carajo!” fue el título que ilustró la foto, en una edición especial del diario, denominada Días de Gloria.
El joven era Sergio González, entonces tenía 24 años, empleado de una discoteca, en Luque. Había llegado contratado como operador de sonido para manejar el equipo instalado junto al escenario, pero se contagió del fervor de los manifestantes y se unió a su lucha. Fue herido con un proyectil de goma en el rostro, cerca del ojo, que le produjo la pérdida de una parte de la visión. La foto se convirtió en uno de los íconos del Marzo Paraguayo.