Las personas que transitan sobre la avenida Artigas deben taparse la nariz al transitar por la zona de afluencia del arroyo donde se puede apreciar la contaminación de la misma.
“Nosotros ya estamos acostumbrados. Podemos tolerar más el mal olor, pero la gente que transita por acá, no”, señala Juan Carlos mientras repara una moto en su taller. Él dice que el olor a agua de lavarropas estancada lo deja mal parado frente a sus clientes, y aunque muchas veces pensó en mudarse, desistió de esa idea porque hace años está asentado en el lugar.
Lo que más llamó la atención a los vecinos es que en el Mburicaó se formó una capa gigante de espuma y hay quienes afirman que esto se debe a los productos químicos que se arrojan en el canal.
Cuando el viento sopla muy fuerte –relata Juan Carlos– las espumas se dispersan en el ambiente y caen sobre la avenida y las veredas. “Es muy peligroso si se toca”, sentencia.
Falta de Lluvia. El mal olor se vuelve aún peor cuando pasa mucho tiempo sin llover pues el caudal es muy escaso y las rocas retienen las espumas formando una capa espesa. “Solo con una lluvia va a acabar el olor nauseabundo porque el arroyo se limpia con toda el agua que viene de más arriba. Esta es la única solución”, asevera Juan Carlos.
No es extraño circular por Artigas entre Venezuela y Lombardo sin notar que en las casas particulares las puertas y ventanas permanecen cerradas para que no ingrese el mal olor. En la zona se asientan varias industrias, vertederos y frigoríficos.
Otro de los problemas en esta zona del Mburicaó es el desborde que se produce con cada lluvia. “El pasado noviembre el agua entró en mi negocio. Mis equipos de trabajos se quemaron. Perdí mucho”, lamentó.
Fiscalización. El ingeniero Ricardo Servián, jefe del Departamento Ambiental de la Municipalidad de Asunción, dijo que un inspector fue hasta la zona para verificar la situación del Mburicaó, pero no halló nada. Prometió que hoy acudiría personalmente al lugar. “Me llama mucho la atención la espuma. Puede ser una pérdida puntual, seguramente de algún sistema de red de la Essap que esté pasando por debajo del puente o de lo contrario el desecho viene muy desapercibido aguas arriba y al caer –en una pequeña cascada– se hace más turbio y genera esas espumas”, explicó Servián.