20 abr. 2024

Estacioneros purahéi: La banda sonora de la Semana Santa

Es difícil imaginar una celebración de Semana Santa sin el quejumbroso canto de los Estacioneros. Aunque cada vez son más pocos, grupos como el de Maramburé, Luque, luchan por mantener viva una tradición que llega desde la época colonial. Escúchelos, en este reportaje.

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Los estacioneros luchan por mantener la tradición. Foto: Andrés Colmán.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

@andrescolman

“De rodillas, Señor, de rodillas

y en el polvo inclinada la frente

hoy venimos a ti, Dios clemente

con amante y con fiel corazón...”

Son voces populares que repiten a otras voces antiguas, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.

“Cantamos de memoria, en el mismo estilo en que ya cantaban nuestros abuelos, y que también aprendieron de sus abuelos, desde la época de la colonia española”, dice Limpia Zaracho de Marmolejo, coordinadora del Grupo Estacionero San José Esposo, del barrio Maramburé, de Luque, uno de los coros más antiguos del país, que ha vuelto a reorganizarse para no dejar morir la tradición.

Sus voces resuenan en un improvisado concierto en el amplio salón de la Parroquia Virgen del Rosario, de Luque. No están todos los 27 integrantes, pero la pasión que ponen en cada interpretación llama la atención de los transeúntes, desde mucha distancia.

Los hombres visten camisas blancas y pantalones de color negro oscuro, las mujeres visten faldas del mismo color y todos llevan la misma clásica gorra de color azul marino, con cruces blancas en la cabeza y una insignia en el pecho. En sus procesiones portan faroles con velas y luminarias de colores, además de estandartes y algunos símbolos religiosos, como túnicas, velos, cálices, cuerdas y coronas de espinas.

“Yo no sé cuándo se formó este coro realmente, solo sé que es muy antiguo, y vamos transmitiendo la misión de cantarle a Dios en nuestras familias, de generación en generación”, relata doña Limpia.

Un viejo y ajado cuaderno de doble raya, de los que usan los escolares, contiene las letras de las canciones en español y guaraní, escritas a mano, en hojas ya amarillentas por el paso de los años, recopiladas por el maestro César Marmolejo, uno de los más veteranos músicos del grupo.

Canciones como De rodilla, Kuruzu rapykuere, Ta purahei mi peeme, Oh sacrosanto madero y Cristo ñandejara, se han ido transmitiendo en forma oral, y el nombre de sus autores originales se ha perdido entre las mareas del tiempo, hasta convertirse en obras de apropiación colectiva, verdaderas joyas del cancionero popular religioso del Paraguay.

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Estacioneros o pasioneros.

El nombre de los Estacioneros deriva de las distintas estaciones del viacrucis, que los grupos corales recorren cantando, durante las celebraciones religiosas de la Semana Santa.

También se los ha conocido antiguamente como los Pasioneros, por ser quienes le ponen música a los momentos claves de la pasión de Cristo, aunque esta denominación ya casi no se utiliza en la actualidad.

La tradición fue introducida por los conquistadores españoles en la época de la Colonia, y son similares a las maneras de celebración de la Semana Santa en algunas zonas de España, pero se le han agregado elementos propios de la cultura campesina paraguaya, con raíces guaraníes.

El estilo del canto quejumbroso que los caracteriza se denomina purahéi jahe’o (canto lamento) y purahéi asy (canto con dolor). La interpretación es totalmente coral, sin apoyo de instrumentos musicales.

“Los cantos son plañideros, tristes y llenos de dolor. Las melodías en forma de canto llano con participación colectiva, tienen influencia de la música española, con acentos y giros melódicos locales. Los Estacioneros se forman por linaje y cada grupo tiene un nombre que lo identifica, como el uniforme y estandarte. Los textos de las canciones, con el paso del tiempo se fueron modificando, llegando incluso a variar su sentido”, explica el músico e investigador Luis Szarán.

En el Paraguay, actualmente, quedan muy pocos grupos de estacioneros. Los más constantes están en Luque, Ñemby, Areguá y en el barrio San Jerónimo de Asunción.

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Una tradición que busca sobrevivir

“En esta época ya no existe tanta religiosidad como tenían nuestros abuelos y muchas de nuestras tradiciones se van perdiendo, por eso estamos integrando a los niños en nuestro grupo de Estacioneros, para que esto pueda sobrevivir a través del tiempo”, explica Limpia Zaracho de Marmolejo.

Aunque es en Semana Santa la época en que más se requiere su participación en eventos religiosos y culturales, los integrantes del grupo San José Esposo, de Maramburé, ensayan durante todo el año, una vez a la semana.

Hay prácticas que sobreviven, y otras que se van perdiendo, como los tradicionales desafíos a duelo coral entre grupos de estacioneros. “Antes, cuando dos grupos de estacioneros se encontraban en un cruce de caminos, tenían que enfrentarse con música. El grupo que canta mejor y más alto es el que gana, y los integrantes del grupo que pierde tienen que bajar sus faroles en el suelo, como señal de que se rinden ante la superioridad del contrincante”, relata César Marmolejo.

Los enfrentamientos corales, conocidos como Estacionero ñuguaiti, se siguen realizando, pero ya no en forma casual, sino programada.

Algunos músicos, como Luis Szarán, han buscado adaptar los cantos de estacioneros, para incorporarlos al repertorio de grupos corales profesionales, dándole una proyección más moderna.

Una versión de la popular canción Señora Santa María, con arreglo de Szarán, grabado por el coro de la Academia Ars Canendi, se ha convertido en uno de los temas más utilizados como fondo musical durante la presentación de los Cuadros Vivientes, en la multitudinaria celebración de la Semana Santa en Tañarandy.

“Señora Santa María,

¿ne memby pa reheka?

ko’arupi ohasa

gallo osapukái jave”.