Si bien el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) brindó un laboratorio móvil con 20 netbooks para su uso pedagógico, la escuela afronta graves problemas de infraestructura. Dos salas de clase están clausuradas por riesgo de derrumbe y no existen visos de refacciones para este año.
El principal problema son las termitas, según comentó la directora de la institución, Raquel Rivarola.
El kupi’i devoró parte del techo en uno de los corredores donde están las dos aulas cerradas, la biblioteca donde se guardan las computadoras y también la dirección de la escuela pública.
Como el centro escolar no cuenta con título de propiedad del MEC, pues el predio pertenece al Arzobispado, la Municipalidad no puede intervenir con recursos del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide).
“Supuestamente, la Iglesia ya había cedido el terreno, pero esta transferencia no figura en los papeles”, explicó la directora.
Los alumnos darán clases en la sala de Informática y en un comedor que era utilizado por los docentes.
Dramas. Otras escuelas atraviesan de igual manera con dramas, como grietas en aulas, goteras y humedad. Todas en zonas cercanas a Mallorquín. La escuela El Molino es una de ellas; la otra, Julia Frutos.
La Dirección General de Infraestructura del MEC plantea un proyecto para solucionar problemas de urgencia sin el proceso burocrático que se da en los municipios con los proyectos del Fonacide.
El programa estatal necesita una inversión mínima de G. 170.000 millones, que serían del Fondo de Excelencia para la Educación y la Investigación (FEEI).
Este recurso pretende ser destinado a la mitad de los establecimientos escolares, alcanzando a unos 3.500 locales del MEC.