Sergio Cáceres Mercado
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Cigüeñas entregando bebés. ¿Qué más puede sacarte de novedoso de este viejo chiste? Pues se sorprenderá de que toda la película aproveche tal idea para recrear una aventura desternillante y tierna por momentos.
Aunque sea una comedia, una pizca de drama debe agregarse para que la historia sea más emocionante. Esa pizca la agrega Tulip, una jovencita que no fue entregada a sus padres a causa de un error de una de las cigüeñas. Ella vive con estas aves, y jamás ha conocido a su familia. A sus dieciocho años, dos cigüeñas intentarán la proeza de que Tulip conozca a sus padres.
Pero lo que ocurre con Tulip se presenta como una subtrama que se desarrolla alrededor de otra principal: la repentina aparición de un bebé que debe ser entregado. Esto enciende la alarma entre las aves, pues hace mucho ya no se dedican a aquel oficio, justamente por lo ocurrido con Tulip.
Entre los humanos también hay otra historia interesante. Un niño que quiere un hermanito, y solicita a las cigüeñas que le envíen uno. Sus padres, en tal proceso, sufrirán una transformación y se volverán a encontrar con la belleza de criar a su hijo, actividad que olvidaron por concentrarse tanto en su trabajo.
Los gestos de las cigüeñas, en especial la de Junior (el protagonista principal), son una maravilla y muestran lo avanzado de la animación computarizada de hoy. Lo mismo puede decirse de la manada de lobos, que son los más cómicos de todos los personajes.
En líneas generales, toda la película es una oda a la importancia en nuestras vidas. Todas las peripecias que pasan las cigüeñas para entregar al bebé y a Tulip, es porque están convencidas de su labor; pero más allá de ese convencimiento subyace otro más fundamental: la familia en primer lugar.
Un bello mensaje envuelto en aventura y situaciones cómicas que harán reír al más amargado del grupo. Vayan a verla, que no se arrepentirán.
Calificación: *** (buena)