19 abr. 2024

“El periodo lopista fue continuación y negación del francismo”

El historiador brasileño Mario Maestri presenta en Intercontinental Paraguay: La república campesina 1810-1865.

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Libro abarcador. Maestri repasa casi todo el siglo.

Jorge Coronel | Investigador

Mario Maestri, prolífico historiador brasileño, luego de descubrir los procesos históricos de nuestro país no descansa en sus investigaciones y ya lleva varios títulos sobre aquellos. Dentro de la línea que ubica las complejidades de aquellas coyunturas, Maestri trata de ser claro y preciso en cuanto a la manera de interpretar aquellos años desde una perspectiva más dialéctica y ubicando las contradicciones en función de las condiciones que vivía el país y la región. Esta obra –La república campesina– justamente se caracteriza por anteponer a aquellas interpretaciones apasionadas, y nacionalistas, un análisis que tenga en cuenta las realidades objetivas. El historiador brasileño entiende que los procesos no son simples conglomerados de situaciones, sino engranajes que responden a determinadas condiciones sociales, políticas y económicas.

-¿La historiografía brasileña desarrolló estudios sobre la formación social del Paraguay? ¿Conocían lo que era el pueblo y el ejército paraguayo?

-El Paraguay fue y sigue siendo poco conocido en el Brasil. En el siglo XIX, cuando la guerra, los brasileños, en general, conocían sus regiones y casi nada sabían del resto del país. ¡O que decir del Paraguay, en el interior del continente! Esa realidad se modificó, un poco, con la guerra y la ocupación, para retornar luego a la situación anterior. En verdad, no se conocía porque no se quería conocer.

En el Brasil, la versión oficial nacional-patriótica de la guerra es verdadera cuestión de Estado. Ella es piedra esencial de las apologías sobre la vocación nacional prometeica del ejército brasileño. Es igualmente esencial en las justificaciones de las prácticas del Estado brasileño en el Paraguay y en la región. Al contrario de Argentina, Uruguay y Paraguay, la historiografía brasileña sobre el conflicto fue siempre monolíticamente nacional-patriótica. Las pocas voces disidentes fueron siempre silenciadas.

Las instituciones públicas y privadas brasileñas siempre dificultaron la investigación sobre las causas, los sucesos y las secuelas de la guerra. La única preocupación fue mantener y modernizar las apologías. Dominó una historiografía casi reducida a los hechos bélicos. En rústica personalización de la historia, las causas del conflicto fueron lanzadas sobre las espaldas del mariscal. ¡En Brasil se practicó una sui generis historia de la Guerra del Paraguay, en la cual casi el Paraguay no entra!

-¿Cómo explica escribir una obra sobre la Guerra contra la Triple Alianza y empezar con una historia que va 50 años atrás, desde la independencia?

-Hace ocho años me propuse escribir una historia general de la Guerra Grande, desde el punto de vista de los pueblos y no de cualquier de sus llamadas élites. Para superar la ignorancia a que me referí, inicié un amplio estudio de las formaciones sociales uruguaya, argentina y sobre todo paraguaya. En eso estudio, destaqué el periodo 1810-64, de la constitución de las nuevas naciones platinas, procurando comprender los procesos profundos de sus formaciones sociales.

En 2016 publiqué, en Brasil, en preedición, el libro Mar del Plata: dominación e autonomía en el sur de la América: Argentina, Brasil, Uruguay. (1810-1864). En 2015 fue publicado, también en el Brasil, Paraguay: la república campesina: 1810-1864, ahora gentilmente presentado, en español, por Intercontinental, de Asunción, debido a una iniciativa de los amigos y colegas Jorge Coronel e Ignacio Telesca.

El estudio de las formaciones sociales de las naciones del Plata me permitió comprender, entre muchos otros hechos, la singularidad de la sociedad paraguaya, para mí, llave de la explicación de múltiplos fenómenos poco o mal explicados, como la diversa disposición de lucha del soldado paraguayo, en las operaciones ofensivas, fuera del Paraguay, y defensivas, en el territorio nacional; la impresionante capacidad de resistencia de la pequeña población al poderoso enemigo; la dificultad del grande y rico Imperio del Brasil a vencer la guerra, etc.

-Entendiendo la época y las condiciones imperantes en Paraguay, ¿cómo se definiría a los gobiernos que se sucedieron posteriormente a la independencia nacional?

-En mi investigación sobre la sociedad paraguaya no inventé la rueda. Apenas me asocié –y espero haber en algo contribuido– a un flujo analítico preexistente. Avancé apoyado en las contribuciones magistrales de autores como Oscar Creydt, Richard Alan White, Heinz Peters, Carlos Pastore, Julio Chaves, Milciades Peña, Enrique Rivera, León Pomer.

Veo, de la Independencia en 1811 hasta la guerra en 1864, dos grandes eras. Inicialmente, la era francista, hasta 1840, de una singularidad única en todas las Américas. En ella, el Paraguay realiza verdadera revolución democrático-popular, se consolida como Estado-nación, ciertamente el único en la América del Sur. Por lo tanto, un Estado moderno, a pesar de rural y pobre.

Fue una revolución emprendida sobre todo por los pequeños campesinos propietarios o arrendatarios, los chacreros, bajo la dirección del doctor José Gaspar de Francia, un republicano de orientación jacobina y plebeya. Fueron años de consolidación de esa dinámica campesina de raíz hispano-guaraní. Sociedad volcada a la subsistencia y sobre sí, debido al bloqueo de Buenos Aires.

El francismo fue un periodo democrático-popular, en que se procesó indiscutible acumulación de riquezas, que fortificó a los chacreros y, también, a los hacendados-criadores. Parte de esa acumulación fue centralizada por el Estado, para financiar a la administración y, sobre todo, el pequeño ejército paraguayo, igualmente de perfil democrático-popular, fundadao por el doctor Francia, ese hombre excepcional.

El periodo lopista significó continuación y negación del francismo. Al contrario del doctor Francia, Carlos Antonio y su hijo apoyaron sus gobiernos en los hacendados-criadores, clase a que pertenecían, y en los comerciantes. Los campesinos perdieron poder e importancia. El objetivo programático del lopismo era la restauración de la inserción del Paraguay como exportador de productos primarios e importador de manufacturados. O sea, el padrón de acumulación practicado en Argentina, Uruguay y Brasil, con la sola diferencia del centralismo estatal.

-¿Se puede afirmar que el gobierno de Carlos Antonio López es un gobierno restaurador de los privilegios a la oligarquía nacional?

-Creo que fue un gobierno de restauración inconclusa de la oligarquía y de sus privilegios. En verdad, la oligarquía fue reprimida, por su ación antinacional, y se achicó, por razones económicas, con la crisis de la exportación, debido al bloqueo porteño. La plena realización del programa del lopismo exigía la reconstrucción del latifundio privado y, sobre todo, la creación de un ejército de trabajadores asalariados. Eso era posible apenas con el fin del acceso libre a la tierra, característica central de la era francista.

Nadie trabaja como peón si tiene tierra para vivir. Para expandir la economía primaria-exportadora, permitida por la vuelta del comercio internacional con la caída de Rosas, en 1852, era necesario producir muchos pobres, que trabajasen por poco, para sobrevivir. En el Paraguay del doctor Francia y de los López, gran parte de las obras públicas era hecha por los soldados y prisioneros, debido al precio del trabajo.

La libre importación de manufacturados, retomada por los López, liquidaba, como liquidó en parte, el artesanado y la pequeña manufactura, que se desarrollara en el periodo anterior. El doctor Francia practicó e impuso a los funcionario públicos probidad espartana. La familia López ampliada asaltó literalmente los bienes públicos. Esa expropiación fue una vía de la reconstitución de la clase dominante. Carlos Antonio puso parcialmente fin a la nacionalización de la Iglesia; aumentó los impuestos; limitó el ejercicio de la representación política a los hombres ricos, etc.

Pero, jamas hubo, hasta la guerra, una ofensiva general contra la clase chacrera. O sea, no hubo una expropiación general de la propiedad campesina. Creo que por dos razones: primera, no había fuerza social para hacerlo, o sea, faltaba, aún, una poderosa oligarquía, en formación; segunda, la destrucción abrupta de la clase campesina amenazaría la defensa de la independencia. Durante la guerra, fueron los campesinos los que defendieron la nación en forma intransigente, cuando la oligarquía ya abandonara la resistencia. La destrucción de la clase campesina paraguaya fue producida por la guerra; la privatización de las tierras públicas fue hecha después de la guerra. El fin de la era de los chacreros fue el fin de la singularidad y fuerza del Paraguay pre-1870.

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