Ahora mismo en la Argentina se puso de moda una cancioncilla dedicada a su presidente, Mauricio Macri.
El pegadizo estribillo se canta en toda ocasión. En las canchas de fútbol y de básquet, en el metro, en los recitales; y además, ya son incontables las versiones. Hicieron en tango, en coral, con gaitas, hay versiones jazz, clásico y cuarteto.
Lo que pasa es que nuestros vecinos están muy enojados, y no se preocupan de ocultar su bronca; y por supuesto hay que reconocerles la creatividad y la onda que le ponen, incluso cuando están encabronados.
Por acá, por estos lares, rara vez pasan cosas así. No recuerdo muy bien, pero creo que en tiempos en que Juan Carlos Wasmosy era presidente –en el siglo pasado– una vez un señor le mostró el dedo del medio. Y es que el empresario tampoco es que fuera muy popular. El escrache se extendió y por un buen tiempo todo el mundo le mostraba el dedo del medio para expresarle su desacuerdo con su manera de gobernar.
Mucho después, tras el derrocamiento de Fernando Lugo y la rápida ascensión de su vicepresidente, Federico Franco, este también se tuvo que tragar unos cuantos sapos, aquel repudio fue constante y muy creativo, durante su –por suerte– corto mandato.
A Horacio Cartes también le organizaron algunos repudios, que fueron rápida y eficientemente acallados con las cachiporras de su guardia pretoriana.
Pero no recuerdo un movimiento como el de los vecinos. El hit del verano de los hermanos kurepi es fabuloso y tiene una historia detrás. Al parecer el autor de la melodía se llama Raúl Fernández Guzmán, y la compuso en la década del 70, el tema original se llama Es tiempo de alegrarnos. La canción, con el estribillo cambiado, se ha convertido en el hit del momento. Gugleen o entren directo a YouTube y van a ver de qué les hablo.
Supongo que no todos estarán muy de acuerdo con el escrache, con el #mauriciomacrilaputaqueteparió, pero yo debo admitir que me siento un poco envidiosa al ver el desparrame de ingenio rioplatense. Pero no solo de eso.
También les envidio muchísimo la forma en que fueron capaces de construir su memoria colectiva. Recomendadísima es la visita al espacio Memoria, el museo de la ex Esma, Escuela de Mecánica de la Armada, donde se ubicó la base operativa de la represión durante la dictadura en aquel país.
Ellos siguen recuperando a los bebés robados durante la dictadura, y lograron que una gran cantidad de sus torturadores se pudran en la cárcel.
Serían lindo que desde el sur nos llegaran los vientos escrachadores, a nosotros, candidatos nos sobran.