Decía Gabriel García Márquez que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda para contarla”. Un grupo de jóvenes recordará que un día lograron remover la placa que rememoraba al dictador Stroessner inaugurando su colegio; y que aquello ocurrió en unos días de efervescencia que recordarán muchísimos más jóvenes que con orgullo dirán que no se quedaron de brazos cruzados sufriendo la gestión educativa que recibían.
La memoria es fruto de la acción humana. En el caso de la memoria política ocurre lo mismo, pues lo que marca a las generaciones es en buena medida fruto de acciones y decisiones políticas. En este sentido, es preferible que en el futuro haya adultos que recuerden su juventud con momentos de acción política contra la apatía educativa; así como ahora hay adultos que recuerdan no haber callado ante el dictador de turno.
Aquellas palabras de Jean-Paul Sartré debemos hacer nuestras: “Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros”. La dictadura nos volvió sumisos ante la injusticia, conformistas frente a la mediocridad, colaboracionistas con la corrupción. Eso han hecho de nosotros y poco hemos accionado para revertirlo. Al contrario, lo queremos conservar.
Pero ser joven es ser lo contrario a todo aquello. Ellos pueden hacer otras cosas con sus vidas. Tienen una libertad política que debe ser aprovechada. Si fueran obedientes becerros, el futuro del país ya estaría arruinado. Pero no lo está porque sabemos que tenemos a lo largo de nuestra geografía chicas y chicos con inquietudes políticas, con sed de justicia social, con exigencias de una mejor educación.
¿Que no quieren estudiar? ¿Que deberían agarrar sus libros antes que andar armando alboroto? Claro que deben estudiar, pero también deben armar lío político, romper las anquilosadas estructuras. Esto es a veces más perentorio que ser aplicados frente a los libros. Son de una hipocresía y cobardía tremenda aquellos que criticaron a los estudiantes por dedicarse a exigir sus derechos en vez de aplicarse al estudio. ¿No se dan cuenta que esas acciones nos dan esperanza? Este país necesita primeramente sacudirse. Solo luego pidamos que estudien.
Así como están las cosas en nuestro país, ser un estudiante aplicado ayuda, claro que sí. Pero ayuda mucho más ser un estudiante con preocupaciones políticas, dispuesto a luchar por lo que cree. Este tipo de colegial es extremadamente necesario también. Ya volverán a sus aulas y depende de las exigencias del sistema educativo, de los docentes y de ellos mismos que se formen con rigor, pero ahora mismo es poco lo que se puede lograr en ese sentido. Por eso es importante apoyarlos en sus acciones. Vivirán para contar otra historia, como quería Gabo.