24 ago. 2025

Capital natural

Areguá ofrece, a quienes la visitan, atractivos ricos en diversidad y rodeados de una belleza natural que sus habitantes resaltan y protegen. Un destino turístico diferente, que hoy tiene una propuesta que combina arte y respeto al medioambiente.

Areguá

Revista Vida

Por Carlos Darío Torres / Fotos: Fernando Franceschelli.

Areguá es una ciudad capital, y lo es del departamento más pequeño y, a la vez, más poblado del país: Central. Al contrario de otras localidades que son cabeceras departamentales, el centro aregüeño permanece extraño a los avances de lo que consideramos progreso, no por desidia, sino porque responde a la convicción de sus habitantes.
Su avenida principal, Mariscal Estigarribia, sigue siendo empedrada, así como otras arterias, y en las casonas y viviendas levantadas sobre ella y alrededores, no hay lugar para aditamentos modernos que, de manera visible, rompan la sensación de estar realizando un viaje al pasado.
Quizás haya sido ese espíritu que rodea a Areguá lo que atrajo a Joe Giménez y a Gustavo Díaz a construir, en el sentido extenso de la palabra, la BioEscuela de Arte Popular El Cántaro, un emprendimiento que desde hace ocho años ofrece talleres creativos gratuitos.

Materiales a mano

Areguá tiene espacios en los que las manos de artesanos y artistas rescatan tradiciones y naturaleza.

Areguá tiene espacios en los que las manos de artesanos y artistas rescatan tradiciones y naturaleza.

Revista Vida

Erigido en un espacio que antes fue un depósito de chatarra, El Cántaro es el lugar apropiado para comenzar un recorrido por la Areguá que conserva su acervo cultural. En ese terreno ganado al abandono, Joe y Gus ya organizaron más de 80 talleres, que reunieron a alrededor de 300 niños y adultos de la comunidad.

Quienes visitan este lugar, una mañana de sábado cualquiera, pueden encontrarse con una treintena de jóvenes aprendiendo a ejecutar algún instrumento. Los alberga un recinto hecho de barro, con ventanas y tragaluces acondicionados como tales, con vidrios provenientes de los parabrisas de vehículos que se volvieron chatarra.
La idea es aprovechar lo que se encuentra a mano y que la actividad de construcción en sí sea también un ejemplo práctico de la filosofía que desea transmitir El Cántaro. Desde 2012, los alumnos y sus familiares colaboran en la edificación de la escuela comunitaria con métodos basados en la bioconstrucción. Ese compromiso es la forma de retribuir las clases gratuitas.
Las prácticas culturales se desarrollan sobre tres ejes: talleres de rescate, talleres de pequeños oficios y talleres de concienciación socioambiental. Joe explica que las clases de concienciación despiertan el interés de los jóvenes en temas de cultura cívica, con énfasis en el cuidado y preservación del patrimonio ambiental y cultural. “Son herramientas de transformación mental y social”, enfatiza.
Los talleres de oficio se enfocan en proporcionar conocimientos para que los jóvenes puedan crear su propia fuente de ingresos. Y los talleres de rescate apuntan a preservar las artes populares y urbanas en vías de desaparición y su revalorización; están dirigidos por los portadores de esos saberes, indígenas y artistas populares.
El Cántaro también cuenta con el Almacén de Arte, donde se exponen y venden los trabajos de artesanos y artistas. Los ingresos ayudan a solventar los gastos que demanda mantener el emprendimiento, que cuenta con el apoyo financiero de la Fundación Itaú. Las donaciones son otra fuente de recursos.

Más arte

Otra parada obligada es el Centro Cultural del Lago (CCL), que opera en la casa, taller y museo permanente de Ysanne Gayet. Se trata de un espacio que tiene como objetivo la puesta en valor, la promoción y la investigación del arte popular, de la cerámica principalmente, con origen en Paraguay y puntualmente en Areguá.
En funcionamiento desde hace ocho años, cuenta con una colección permanente de piezas de Areguá y una sala para exposiciones temporales, además de un microcine en el que se proyectan películas para la comunidad. También ofrece talleres, cursos y conferencias que promueven el diálogo y la investigación.
El recorrido propuesto finaliza en El Solar, el restaurante de Hebe Duarte, comunicadora, actriz y, ahora, propietaria de un lugar donde se pueden saborear platos hechos exclusivamente con vegetales, regados con jugos de frutas, endulzados con azúcar moreno.
Las variedades incluyen aperitivos compuestos por pan negro y salsas diversas. A la hora del almuerzo, el servicio tipo bufé incluye comidas tales como chipa guasu, canelones rellenos con verduras, una especie de hamburguesa –pero hecha con poroto– y milanesas de berenjena, entre otros, además de ensaladas varias. Un café, con leche o solo, acompañado de alguna torta, cierra el menú.
El Solar recibe únicamente a quienes hicieron la reserva de rigor, no es un restaurante de puertas abiertas. Esta exclusividad no encierra motivos elitistas, sino que está pensada para favorecer a grupos que visitan la ciudad y desean acceder a un menú sano y vegetariano, en armonía con el espíritu de naturaleza que rodea al visitante.
Lo que el forastero encuentra en Areguá es un ambiente bucólico, con espacio suficiente para combinar arte, conciencia social y respeto al medioambiente. Un lugar en donde lo natural es la riqueza capital.