La investigación policial logró desmantelar una presunta red de revendedores de entradas para los Juegos Olímpicos, que operaban con un “paquete de hospitalidad” para lugares reservados que incluso cuentan con servicios. Situación similar se vivió en la Copa del Mundo de Brasil 2014.
Los integrantes de la cuadrilla obtenían los tickets y los revendían a personas o empresas a un valor más alto del precio original, lo que en Brasil constituye un crimen.
Patrich Hickey, presidente del Comité Olímpico irlandés, fue uno de los que cayó por su presunta vinculación con el esquema que prometía beneficios millonarios. De acuerdo con la policía, los tickets se comercializaban con precios hasta cinco veces por encima de lo normal. Su principal negocio eran las entradas de la ceremonia inaugural, por las que llegó a pedir hasta USD 8.000.
Pero el comité del país europeo no era el único vinculado al escándalo.
De acuerdo con el portal UOL de Brasil, las entradas reservadas para ocho comités olímpicos, entre ellos Paraguay, Chile, Barbados, Guatemala, Panamá y Letonia, formaban parte de la mafia. La Policía Civil recuperó 813 tickets que aparentemente estaban en poder de Kevin James Mallon, un empresario irlandés representante de la firma THG Sports.
Según la policía brasileña, el Comité Olímpico de Irlanda contrató a la empresa Pro 10 para vender entradas en Brasil y los boletos fueron transferidos a la firma THG, cuyo director, Kevin James Mallon, fue detenido a comienzos de agosto en un hotel en el que fueron aprendidos cerca de 1.000 boletos.
El presidente del Comité Olímpico Paraguayo, Camilo Pérez, se desligó del caso. Sostuvo que la empresa que comerciaba las entradas -Cartan, según el reporte de UOL- estaba autorizada por el Comité Olímpico Internacional.
De momento, El Comité Organizador de Río 2016 ha solicitado una explicación a los comités implicados y se aguarda que los mismos hagan sus descargos como parte del proceso de investigación.