Esto porque las Bienaventuranzas “iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices”.
Las bienaventuranzas son la “carta de identidad” del cristiano, porque describen el rostro y el estilo de vida de Jesús. Están dirigidas a toda la humanidad.
Recordó cómo se produjo la proclamación de las Bienaventuranzas, y subrayó el hecho de que son un mensaje dirigido “a toda la humanidad”: Con las bienaventuranzas, Jesús nos da los “nuevos mandamientos”, que no son normas, sino el camino de la felicidad que Él propone.
Cada bienaventuranza está compuesta de tres partes: primero está siempre la palabra “bienaventurados”; luego viene la situación en la que se encuentran los bienaventurados: la pobreza de espíritu, la aflicción, el hambre y sed de justicia, y así sucesivamente. Y está el motivo de la bienaventuranza, introducido por la conjunción “porque”: “Bienaventurados estos porque”.
Bienaventurado es “el que está en condición de gracia”, ¿pero qué significa la palabra bienaventurado?, planteó el Pontífice. Y explicó: Viene del término griego makarios, que significa el que está en condición de gracia y que avanza en la amistad de Dios.
En ocasiones, Dios elige caminos difíciles de comprender: Por ejemplo, el de nuestros propios límites y derrotas, pero es allí donde manifiesta la fuerza de su salvación y nos concede la verdadera alegría.
(Frases extractadas de https://www.vaticannews.va).