30 abr. 2024

Vicky, la que abrazó a miles de mujeres

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El abrazo. Proyecto Raquel

Foto: Gentileza.

Quizás era una tarde como otras, a mediados de los años 60, en la zona rural de Minnesota (EEUU), cuando una amiga cercana –según recordaba– le expresó entre sollozos y temblores que no se sentía bien, que había un dolor que no podía sacarse de encima. La adolescente le confiesa que tiempo atrás había eliminado a su pequeño hijo antes de nacer. La joven Vicky Thorn intentó apoyarla y nunca dejarla sola.

“Fue una experiencia que me cambió la vida. Comprendí que el aborto no era un evento trivial, que dejaba huellas enormes en la vida de las personas, un dolor enorme”, reconoció en numerosas entrevistas la mujer, quien más tarde, ya como sicóloga, en los años 70, se dedicaría a tratar las heridas que producen esta destrucción de los seres humanos en el vientre materno, y no solo en las madres, sino también en sus parejas y familiares.

La semana pasada, con 72 años de edad, Vicky falleció. La mujer deja una gran familia: seis hijos, 19 nietos y a su compañero de vida, William, con quien estuvo casada 50 años. Y también un gran legado para el mundo.

En 1984 crea el Proyecto Raquel con apoyo de especialistas y voluntarios de diferentes disciplinas logrando acompañar a miles de mujeres que tras haber caído en la desgracia del aborto debían enfrentar las innumerables secuelas de esta acción extrema y dolorosa. Sufrió con estas mujeres. Lloró y compartió con ellas, y con notable gratuidad las ayudó a salir adelante y, finalmente, sanar sus heridas físicas y sicológicas.

En base a su experiencia, explicó que el trauma del aborto lleva a hombres y mujeres a una actitud autodestructiva que debe ser asumida y tratada. No es cuestión de ser feminista o no, sino de enfrentar la realidad. Todos necesitan abrazar el perdón, indicaba la mujer.

También los hombres, decía, sufrían. “Les cuesta aceptar que han mirado para otro lado”, explicaba la sicóloga.

“Varias veces se me ha acercado alguna mujer y me ha dicho ‘¿Puedo darte un abrazo?’ Y simplemente envuelve sus brazos alrededor de mí y me abraza muy fuerte, y me susurra al oído: ‘Gracias’. Y sé cuál es la historia: tuvo un aborto y el Proyecto Rachel la restauró”, comentó la sicóloga en un video difundido tras recibir un reconocimiento por parte del Centro de Ética y Cultura de la Universidad de Notre Dame (EEUU).

Vicky no fue una figura elogiada por la sociedad, los grandes medios de comunicación o las redes sociales. Nunca fue portada de la revista Time o su actividad solidaria muy promovida en las cadenas de televisión norteamericanas.

Sin embargo, su vida y existencia son una fuerte inspiración en una sociedad que rinde culto a la comodidad y el bienestar personal; y en donde para la mayoría de nosotros es mejor quedarnos en casa viendo una serie de Netflix que ocuparnos de otros y sus problemas.

Su figura es provocadora y vital, pues, más allá de las posturas que uno pueda tener respecto a este tema, queda claro que “sanar heridas de la gente” en medio de las corridas y apuros de la vida es una urgencia y hasta una proeza indispensable en nuestro tiempo. Hay demasiados dolores mudos y ocultos que carcomen nuestro cotidiano, y que cuestan mirar de frente.

En medio del drama social o la desgracia personal, cuando la aridez parece impedir cualquier nuevo brote, basta una mujer o un hombre, con la conciencia de ser amados y perdonados, dispuestos a prestar atención, para que todo comience a cambiar. Urge bajar un cambio, mirar a los ojos del otro y tender una mano solidaria.

Vicky hizo posible que en miles de vidas y experiencias se vislumbre un amanecer aparentemente imposible, y que tímida pero insistente esa esperanza tan necesaria brote en medio de las oscuras resistencias que envuelven este tipo de prácticas, hoy, tristemente, legalizadas, promovidas y hasta financiadas en varios países.

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