De 00.00 a 02.00 de la mañana, por turno, un grupo de alrededor de 60 vecinos, salen a patrullar las zonas más conflictivas del barrio y sus alrededores, como la entrada a los asentamientos Villa Angélica y Pantanal, donde aseguran que hay muchos focos de venta de drogas al menudeo.
La mayoría de los vecinos ya fue víctima de asalto, de robo domiciliario y otros delitos, según afirman.
“Cada vez que llamamos a la Policía, nos dicen que no tienen combustible y ¿para qué le vamos a llamar? Nosotros nomás ya vamos a hacer su trabajo”, recalcó la mujer que confesó que varias veces ya se enfrentó a asaltantes, que en su mayoría son adictos al crac, que roban para conseguir la droga.
Los “justicieros” se organizan a través de grupos de wasap; también instalaron una sirena, que se activa también con el teléfono. La misma suena cuando algún integrante del barrio sufre un hecho de inseguridad.
Se arman con palos, con honditas y una de ellas reconoció que incluso lleva un arma de fuego en la cintura en los recorridos.
“A mi hijo dos veces ya lo asaltaron. Este lugar se volvió un nido de ratas”, dijo Verónica Velázquez, otra de las pobladoras.
La mayoría explicó que es de público conocimiento que en los alrededores hace como dos años se instalaron microtraficantes que venden crac y que este negocio ilícito trajo consigo todos los males.
Afirman que los adictos se esconden hasta en los alcantarillados para pescar por algún joven estudiante o persona que vuelva de su lugar de trabajo al anochecer, para asaltarlos.
Todo lo robado en el barrio, afirman, que van a los asentamientos Villa Angélica y Pantanal, en manos de reducidores.
En esos asentamientos, según nos explicaron, hay un código interno para no robarse entre ellos; sin embargo está permitido hacerlo en las zonas más residenciales.
En uno de los recorridos, los vecinos armados con honditas y palos realizaron un desalojo por su cuenta, sacando a palos a un grupo de sospechosos que se habían instalado en un patio baldío; cuentan como una de sus hazañas.
el kurepa. Rosa Ibarrola, comerciante y una de las pobladoras más antiguas del bario, reconoció también que varias veces se enfrentó con los presuntos delincuentes, por no contar con apoyo de los uniformados.
Uno de los que más crea zozobra en la zona es un hombre apodado Kurepa Lágrima, autor de varios asaltos y robos domiciliarios, pero a pesar de las constantes denuncias sigue estando libre, se lamentó.
Comisario evitó dar su versión
El comisario Sebastián Moreno, jefe de la policía 17ª metropolitana, donde se realizaron las denuncias, no se hizo encontrar por el equipo de ÚH. En su oficina se excusaron diciendo que había salido a patrullar. El uniformado tampoco atendió a las insistentes llamadas telefónicas.
Opiniones
“Tenemos que hacer justicia nosotros”
“Ya fui víctima de robo muchas veces. La última vez me robaron un foco frente a mi local. Las cámaras de seguridad captaron todo. Le pasamos los datos a la Policía, pero supuestamente nadie lo encuentra. Tenemos que hacer justicia nosotros. Son chicos jóvenes que roban para conseguir droga y nadie ya hace caso a los chespis. Recorren por la noche y andan en grupo. Crean zozobra en el barrio”.
“De noche no podemos dormir”
“Vivimos en zozobra en la zona porque de día tenemos que trabajar y de noche no podemos dormir. Tenemos que estar atentos para ir a ayudar a cualquier vecino. Yo me expongo y sé que se expone mi familia también para hacer el patrullaje vecinal, pero alguien lo tiene que hacer. No podemos tener certeza, pero se dice que la Policía tiene una lista y entra al barrio para recaudar. No contamos con su ayuda”.
“Queremos al Grupo Lince en el barrio”
“Ya me robaron la rueda de mi motocarro. No puedo dejar nada ni siquiera en frente de mi casa porque me roban. Tengo que meter todas mis pertenencias en la pieza. Pido a los integrantes del Grupo Lince que vuelvan a entrar al barrio para tener un poquito de seguridad. Antes patrullaban la zona, pero hace un tiempo que dejaron de venir. Reciclamos para dar de comer a nuestros hijos y somos robados”