29 mar. 2024

Urge priorizar a la primera infancia en el presupuesto

Rafael Obregón, representante de Unicef en Paraguay.

Desde que se anunció la decisión de la Comisión Bicameral de Presupuesto de recurrir a recursos del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI) se ha generado un intenso debate sobre la pertinencia de esta decisión. Unicef lamenta la posible disminución en 2022 de USD 17 millones de los recursos del FEEI, que se suma a una reducción de USD 23 millones en 2021.

Los primeros años de vida son una oportunidad única para potenciar las habilidades de los niños y niñas de sentar las bases de una vida saludable. Según el Centro para el Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, a lo largo de los primeros tres años de vida se forma el 80% de las conexiones neuronales del cerebro.

La inversión en la creación de condiciones adecuadas para esa etapa de la vida tiene las tasas de retorno más elevadas en capital humano. De acuerdo con el premio Nobel de Economía James Heckman, la tasa de retorno anual de inversiones en el desarrollo de la primera infancia para los niños desfavorecidos se sitúa entre 7 y 10%, fruto de mejores resultados en educación, salud y productividad económica. Asegurar el desarrollo óptimo en esta etapa sigue siendo un desafío para Paraguay.

Los indicadores de primera infancia en el país están por debajo del promedio de América del Sur. De acuerdo a la Encuesta de indicadores múltiples por conglomerados (MICS) de 2016, elaborada por Unicef y el actual Instituto Nacional de Estadística (INE), la asistencia a programas de educación infantil temprana ha sido del 31%, inferior al 54% del promedio regional.

La pandemia ha agudizado este cuadro previo de elevadas desigualdades de oportunidades para nuestros futuros ciudadanos. Según el INE, se ha registrado un aumento de la pobreza infantil, que pasó del 32,5% al 36,3% del total de niños, niñas y adolescentes entre 2019 y 2020.

La primera infancia ha sido especialmente impactada, variando de 31,4% a 36,7% el total de niños y niñas de hasta cuatro años en situación de pobreza.

Un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que, a lo largo de los últimos 12 meses, el cierre de las instituciones preescolares paraguayas deberá implicar una reducción de los futuros ingresos de esos niños y niñas del orden del 5,2% del PIB a lo largo de su ciclo de vida.

A nivel global, Unicef recomienda que los países destinen a la educación preescolar al menos el 10% de su presupuesto en educación. Sin embargo, en 2020, el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) ha destinado el 2,4% de su presupuesto al financiamiento de la atención educativa en prejardín y jardín.

En el caso de que la decisión de reorientar los recursos del FEEI no se rectifique, en el largo plazo resultaría en hipotecar la posibilidad de ampliación del primer programa de desarrollo de la primera infancia a escala en el marco de Kunu’u, la estrategia nacional de atención integral a la primera infancia.

Actualmente, el 74% de los aproximadamente USD 26 millones destinados a la educación inicial y a la primera infancia son financiados por el FEEI, siendo apenas el restante 26% proveniente del Tesoro.

Una financiación insuficiente en el desarrollo de la primera infancia y la educación inicial resulta contraproducente, dado que esta etapa formativa inicial tiene la capacidad de aumentar la eficacia de las inversiones en todos los niveles de la educación.

La primera infancia y la niñez deben ser una causa nacional que incluya a la pluralidad democrática de actores sociales para alcanzar el acuerdo de objetivos, que puedan cumplirse con su debido presupuesto.

“Si cambiamos el comienzo de la historia, cambiamos la historia entera” ha sido uno de los lemas de Kunu’u. Por ello, apostar por el desarrollo de la primera infancia y de la educación inicial es el camino más corto para que nadie quede atrás.

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