23 abr. 2024

Una vez más la libertad

Carolina Cuenca

No sé si en esta época de vacaciones, calor y cambios climáticos alguno de nuestros lectores este demasiado interesado en analizar los últimos acontecimientos políticos del globo. Quizás lo único que paró la oreja bronceada de algunos veraneantes fue la noticia de la muerte por obra de EEUU del general iraní Qasem Soleimani, poderoso y conocido antioccidental considerado responsable de ataques de posiciones clave de EEUU y sus aliados.

Fue muy arriesgado por parte de EEUU este ataque ya que se sabe del desarrollo de armas nucleares en Irán y la vinculación que tiene el régimen de ese país con terroristas islamistas y otros grupos paramilitares afines en el mundo, también en Latinoamérica, sobre todo bajo los auspicios del régimen de Maduro en Venezuela.

La posibilidad de una guerra a gran escala se hizo muy cercana y aún no ha terminado.

Lo que se dice es que EEUU aprovechó el momento político de Irán donde miles de descontentos con el régimen están protestando y siendo reprimidos en su país en estos días.

Protestas. Es interesante que esas multitudinarias protestas se den en gran medida frente a las universidades iraníes y que una de las consignas de los muchos jóvenes de clase media que participan y transmiten en internet mientras pueden (el régimen suspendió internet en las protestas similares de noviembre pasado, donde hubo unos mil quinientos muertos) sea “¡muerte al dictador!”, aludiendo al poderosísimo ayatolá Ali Jamenei.

Las piezas se están moviendo intensamente, mientras el embajador británico en Irán fue detenido, el primer ministro de Canadá Trudeau, poco sospechoso de apoyar a Trump en nada, se mostró indignado y prometió justicia a los familiares de los 57 pasajeros canadienses muertos en el avión ucraniano atacado con un misil por Irán.

Tampoco Putin, en plena campaña política en Rusia, pudo dejar pasar por alto este tema y tiró de la oreja a su aliado Irán, al que no le quedó de otra que admitir su culpa y pedir perdón por la muerte de civiles inocentes asesinados “por error”.

Es así, el Poder juega ajedrez en el mundo una vez más, pero a veces parece que no dimensiona que algunos están a punto de tirar el tablero al piso.

Algunos consideran ya inevitable un enfrentamiento entre Oriente y Occidente, pero ¿en nombre de qué? Si de principios comunes se trata, ni todo Oriente es tan islamista como los extremistas tratan de mostrar, ni Occidente está en condiciones de unificar criterios para dar fuerza moral a la lucha.

Libertad de conciencia. Quizás el único bien común que estemos dispuestos a defender todos es el de la libertad, aunque su expresión más genuina y esencial que es la libertad de conciencia está siendo sistemáticamente atacada tanto en Occidente como en Oriente por diferentes vías ideológicas desde hace mucho tiempo (laicismo intolerante, individualismo indiferente, relativismo dictatorial, por un lado, y opresión sanguinaria ultranacionalista e islamizante por el otro lado), lo cual ha debilitado tanto la cohesión necesaria para enfrentar una guerra inminente, como la posibilidad de una convivencia pacífica y digna basada en la libertad de conciencia, religión, enseñanza y expresión para millones de personas atrapadas en los entretejidos de los juegos del Poder global.

Una cosa es clara, más que nunca es la libertad humana, fruto de su dimensión trascendente, la que está en juego, pero también ante la posibilidad de ser ejercida a conciencia, a pesar del riesgo.

Es la libertad la que finalmente definirá el juego porque solo los hombres libres pueden ser héroes o constructores de civilización. Quizás el jaque mate lo dará en favor de todos solo quienes comprendan mejor qué significa aquello de que no el poder, sino la verdad es la que nos hace libres.

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