Guillermo Areco
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Y se tuvo que recurrir a la heroica, al empuje y a lo que pueda salir sobre la hora, porque la Albirroja regaló casi 75 minutos ante un rival temeroso y sin ideas que cedió espacios, permitió jugar, pero que fue poco exigido.
MISMO REPERTORIO. Paraguay tomó el protagonismo desde el inicio, presentando el mismo argumento que en el juego anterior. La distribución de los hombres y la figura táctica no variaron, por lo que el control hizo ganar metros al equipo guaraní que se acomodó en campo rival, haciendo circular el balón, pero sin profundidad.
En ese lapso el desempeño más alto fue el de Ángel Romero, que explotó la banda izquierda, aunque no tuvo un óptimo acompañamiento de Darío Lezcano que otra vez fue absorbido por la defensa rival. Estático y predecible, el delantero deambuló sin ser el soporte que necesitaron los otros ofensivos para descargar, sin peso en definición.
MÁS DE LO MISMO. El monólogo albirrojo se prolongó por casi 70 minutos, sin variantes y carente del factor sorpresa que pueda cambiar el ritmo de avance, la dinámica estuvo ausente y se fue desdibujando hasta animar a la Vinotinto a avanzar en ofensiva, momento en donde Paraguay empezó a sentir los embates, más por arriba, el punto más flojo de la línea defensiva.
Primero el VAR y luego las manos de Antony prolongaron la chance de un equipo que se animó a pisar campo rival. Otra vez Alberto Espínola hizo gala de asistidor tras romper líneas con una buena proyección, para justificar la inclusión de Gastón Giménez, que hasta ese entonces era un mero espectador. El volante definió bien para marcar la diferencia.
Sobre el cierre aparecieron otra vez las manos salvadoras de Silva, que le desvió Herrera, luego de una falta infantil de Gustavo Gómez, que sigue pasándose de revoluciones y que con esa acción complicó todo el esfuerzo del grupo. Desde la banca se cerró como se pudo, con el ingreso de tres defensores.
MUCHO POR MEJORAR. El discurso de Berizzo en la previa deja más dudas que aciertos. Habló de corregir aspectos puntuales de la defensa, pero la zaga volvió a sufrir de los mismos males, siempre fue sobrepasado en el juego aéreo, un aspecto que preocupa para lo que se viene.
En el medio faltaron dinámica y verticalidad, con una posesión estéril, de la cual no se saca provecho y termina siendo contraproducente, porque sostener el ritmo lo vuelve al equipo cansino, terminando el último cuarto de hora con limitaciones físicas que llevan a las imprecisiones.
Y el ataque sigue siendo nulo. La lucha solitaria no pesa, tal vez por las características en la elección del jugador, o simplemente porque la fórmula no está funcionando.
Pasó el primer combo, la próxima parada será en Argentina ante un rival embalado con puntaje ideal tras ganar en la altura, y luego en casa ante una pobre Bolivia.
A menos de un mes, el entrenador de la Albirroja, Eduardo Berizzo, deberá reflexionar para encontrar las variables que puedan acercar a un grupo que tiene condiciones, pero le sigue costando plasmar algo más que buenas intenciones.
La figura
Antony Silva
El portero sacó un penal sobre la hora para ratificar la victoria de Paraguay (1-0). Antes tuvo otra tapada fundamental.
30 partidos con la Albirroja suma Antony Silva. El portero lleva dos penales detenidos en las Eliminatorias.