Una lamentable escena, más propia de los barrabravas en un estadio de fútbol, es la que se vivió ayer en el recinto de la Junta Municipal de Asunción, cuando los concejales intentaron llevar a cabo una sesión extraordinaria para tratar la irregular propuesta de ampliación presupuestaria que el actual intendente, César Ojeda, pretende llevar adelante para conceder un reajuste salarial a los funcionarios, en vísperas de elecciones, a fin de asegurar sus votos a favor del candidato del Partido Colorado.
La sesión tuvo que ser suspendida ante los incidentes y la deliberada ausencia de los concejales oficialistas, que buscaron que no se complete el cuórum, buscando que la ampliación presupuestaria de 7.500 millones de guaraníes quede aprobada por sanción ficta, con base en que supuestamente ha vencido el plazo para su rechazo o aprobación, aunque el propio presidente de la Junta, Humberto Blasco, asegura que aún no se cumplió el plazo legal y que las comisiones asesoras de Legislación y Presupuesto todavía deben expedirse sobre el reajuste de salario de funcionarios.
Más allá de cuál sea el plazo real, lo llamativo es que existe una evidente y fuerte maniobra política avalada por el actual intendente y sus seguidores de conceder el reajuste salarial a los funcionarios, con clara intención de obtener su apoyo para la campaña electoral del candidato colorado a la Intendencia, lo cual constituye una burda acción de oportunismo político para conseguir votos del funcionariado, a costa de los contribuyentes.
Aunque probablemente no se pueda negar que muchos trabajadores municipales necesitan ganar mejor, tampoco se puede negar que tanto la estructura de recursos humanos de la Intendencia como de la propia Junta Municipal se encuentran abarrotadas de personas nombradas como favores políticos contraídos precisamente en épocas de elecciones, y que las planillas de sueldos se llevan la mayor parte de los recursos, recortando las posibilidades de invertir más en obras que redunden en beneficio de los contribuyentes.
Precisamente, la desastrosa situación en que se encuentra la capital del país, con sus calles rotas y sucias, sus plazas ocupadas y abandonadas, con el tránsito colapsado, con los sectores más vulnerables de la población librados a su suerte, con los espacios públicos liberados a personas marginales, demuestran que la sobreabundancia de funcionarios no es una garantía de mejor gestión comunal, lo cual contradice la supuesta necesidad de destinar más recursos a salarios. Desde hace décadas, diversos sectores técnicos insisten en que se deben sanear las secciones operativas de la Comuna, apostando a un menor número de trabajadores más calificados y eficientes, dejando atrás el pernicioso esquema clientelista de hacer campañas electorales prometiendo empleo a los amigos y correligionarios.
El actual conflicto en la Municipalidad de Asunción es otra muestra de cómo se distorsiona la campaña política, en donde todo vale con tal de tratar de asegurar la victoria en las urnas. Lo que menos se maneja son las propuestas de cómo solucionar los graves problemas de la ciudad. Los miembros de la Junta Municipal no deben ceder a la burda presión que incluye agresiones de patotas y cuidar los bolsillos de los ciudadanos.