Por Sergio A. Noé Ritter
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En abril pasado se cumplieron 4 años de la partida de un gran cultor del instrumento de 36 cuerdas, que logró popularizar el arpa paraguaya en el mundo. Llegó a conquistar plateas enteras con sus interpretaciones, además de cautivar con sus creaciones, entre las que se destaca El arpa y la danza de mi tierra.
Alejado de su tierra, se radicó en el Brasil por 4 décadas, donde conquistó el mercado con sus discos, permitiéndole vivir dignamente de la música. Su vuelta al Paraguay en los 90 fue muy ingrata. La quiebra de los bancos locales afectó su economía, borrando sus ahorros ganados con sacrificio.
EL CIELO EN LA TIERRA. Cuando todavía era niño, Luis Bordón quedó hechizado por la sonoridad del arpa, instrumento que empezó a tañer gracias a la enseñanza de su padre.
“Si no hubiese escuchado Pájaro campana, interpretado por Félix Pérez Cardozo, quizás no hubiera llegado a entusiasmarme con el arpa. Empecé persiguiendo el sonido del pájaro campana y creo que ese es el motivo por el que sigo tocando”, revelaba Luis en una ocasión, según registra Lita Pérez Cáceres en un libro dedicado al arpista.
Su amor por el arpa era tal que, según su biógrafa, no quería separarse “ni de día ni de noche” de su instrumento.
A sus 16 años ya desgranó arpegios con confianza, por lo cual se lanzó a tocar en público, en los bailes sociales. Recién a sus 20 años integró, con unos primos suyos, Los Bordones, pero sin lograr mucha notoriedad.
PARTIDA AL BRASIL. En 1949 integró el grupo Julián Rejalaga y su Conjunto Folclórico Guaraní, orquesta con la cual realiza giras por el interior del país, y luego en Brasil.
En uno de sus viajes al país vecino, Luis decide radicarse en San Pablo, donde estuvo casi 40 años de su vida. Allí desarrolló gran parte de su carrera artística, donde logró sus éxitos más relevantes. Pero antes de llegar a la gloria, Luis se empleó, por algún tiempo, como técnico en electrónica en la empresa Cassio.
El arpista pensaba que la música no era rentable y que estaba destinada solo a los “bohemios”.
Tras actuar en una fiesta, lo escuchó el dueño del sello Chantecler, según relata su biógrafa. El empresario le contrató -en los años 50- para realizar una grabación, que sería el primer disco de Luis.
“Nunca creí que podría vivir de la música”, revela Luis, al comprobar que su álbum Arpa paraguaya en Hi-Fi alcanzó las 10 mil copias al año, y que le permitió comprar su departamento al cabo de seis meses.
Tal fue su fama en el Brasil, que era considerado el “rey del arpa”, obteniendo discos de oro por sus talentosas interpretaciones.
ESTÉREO. A finales de los 60, Luis viaja a los Estados Unidos, donde comparte escenarios con el trío Los Paraná, por casi 3 años. A su regreso, volvió cautivado por el sonido estereofónico, para lo cual grabó temas de Navidad en ese formato, con ayuda del arpista Papi Galán.
CREADOR. Luis trabó una importante amistad con Nelson Safuán -creador de la avanzada-, un músico paraguayo que también se radicó en San Pablo, cerca de su vivienda.
Con este artista, Bordón grabó, en 1980 -al ritmo de avanzada- el disco Paraguay 80, con nuevas piezas, entre las que se destaca el memorable El arpa y la danza de mi tierra.
“Mientras ensayábamos y charlábamos, tomando mate, fue naciendo la melodía. Yo con la guitarra, él con el arpa, fuimos componiendo la melodía. Parábamos y seguíamos. Tardamos varios días, pero al final concluimos”, recuerda Nelson Safuán, según registra el periodista Mario Rubén Álvarez.