Ante los escándalos de Trump, muchos miembros de su partido optaron por tomar distancia del candidato presidencial estadounidense, dejando el camino libre a su contrincante, la demócrata Hillary Clinton, quien se mantiene discreta y deja al magnate debatirse solo en una espiral de polémicas.
A menos de un mes de las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, esta semana estuvo marcada por distintos acontecimientos que afianzaron a Hillary Clinton en la carrera por la Casa Blanca.
La divulgación de un video de 2005 que muestra al millonario jactándose de agarrar a mujeres por los genitales provocó el distanciamiento de varias decenas de republicanos. Muchos sugirieron que abandone la campaña en favor de su compañero de fórmula, Mike Pence.
El dirigente republicano con mayor cargo electivo, Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, dijo que ya no hará más campaña por Trump ni lo defenderá, y hasta sugirió que consideraba un hecho consumado la victoria de Hillary Clinton en las elecciones.
En este contexto favorable para ella, Clinton optó por la discreción, sin eventos públicos programados para los próximos días.
Su próxima aparición pública podría darse recién el miércoles en Las Vegas, durante el tercer y último debate contra el magnate neoyorquino de 70 años.