Desde el primer momento, cuando eligió a nuestro Padre Abraham, ha caminado con su pueblo. Y esto se ve también con Jesús que hace un trabajo de artesano, de obrero.
A mí, la imagen que me viene es la del enfermero, de la enfermera en un hospital: Cura las heridas una a una, pero con sus manos. Dios se implica, se mete en nuestras miserias, se acerca a nuestras llagas y las cura con sus manos, y para tener manos se ha hecho hombre. Es un trabajo personal de Jesús. Un hombre ha cometido el pecado, un hombre viene a curarlo. Cercanía.
Dios no nos salva solo por un decreto, una ley; nos salva con ternura, nos salva con caricias, nos salva con su vida, por nosotros.
Otra palabra es «abundancia». “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Cada uno de nosotros conoce sus miserias, las conoce bien. ¡Y abundan! Pero el desafío de Dios es vencer esto, curar las llagas como ha hecho Jesús. Es más: “Hacer ese regalo sobreabundante de su amor, de su gracia”. Y así se comprende esa predilección de Jesús por los pecadores.
En el corazón de esta gente abundaba el pecado. Pero él iba hacia ellos con esa sobreabundancia de gracia y de amor. La gracia de Dios siempre vence, porque es él mismo quien se entrega, quien se acerca, quien nos acaricia, quien nos cura.
“La Resurrección de Cristo actúa en la historia como principio de renovación y de esperanza. Quien está desesperado y cansado hasta la muerte, si se encomienda a Jesús y a su amor puede recomenzar a vivir. La fe es una fuerza de vida, da plenitud a nuestra humanidad; y quien cree en Cristo se debe reconocer porque promueve la vida en cada situación, para hacer experimentar a todos, especialmente a los más débiles, el amor de Dios que libera y salva”.
(Frases extractadas de https://elmisericordioso.me/2016/02/08/evangelio-del-dia-por-el-papa-francisco-jesus-es-amigo-se-acerca-a-nuestras-heridas-y-las-sana/ y https://es.catholic.net/).