15 sept. 2025

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 10,21-24. Dios se complace en los niños ya que, como recuerda el Papa, “los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón”.

Jesús nos ha dado ejemplo de esa humildad y sencillez que admira en los niños. Así lo señalaba San Josemaría mientras meditaba este pasaje del Evangelio: “Jesucristo, Señor Nuestro, con mucha frecuencia nos propone en su predicación el ejemplo de su humildad: ‘aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón? Para que tú y yo sepamos que no hay otro camino, que solo el conocimiento sincero de nuestra nada encierra la fuerza de atraer hacia nosotros la divina gracia. Por nosotros, Jesús vino a padecer hambre y a alimentar, vino a sentir sed y a dar de beber, vino a vestirse de nuestra mortalidad y a vestir de inmortalidad, vino pobre para hacer ricos”.

En la escena del evangelio que estamos considerando, Jesús, después de manifestar su gozo por la predilección de Dios por los que son sencillos, como los niños, añade algo muy consolador: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Ahora bien, pone una condición para proporcionar el descanso: “Llevad mi yugo sobre vosotros” (Mt 11,29). “¿En qué consiste este ‘yugo’, que en lugar de pesar aligera, y en lugar de aplastar alivia –se preguntaba Benedicto XVI? El ‘yugo’ de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos. El verdadero remedio para las heridas de la humanidad –sea las materiales, como el hambre y las injusticias, sea las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar– es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios. Por esto es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para ganar posiciones de poder cada vez mayor, para asegurarse el éxito a toda costa”.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/evangelio-decimocuarto-domingo-ordinario-ciclo-a/).