08 ago. 2025

Suena extraño, pero hay policías admirables

En un país que celebra 30 años de vida democrática, y que tiene comprobado que este tiempo no ha sido suficiente para superar muchos de los males y las prácticas generados durante la dictadura militar de tres décadas y media, resulta muy poco común que se reconozca a un jefe policial.

Es más, que también exista consenso de diversos sectores en la valoración de la calidad y profesionalismo de este. Y es raro, considerando que a la hora de realizar un balance sobre una institución como la Policía Nacional, automáticamente se impone una ponderación negativa.

Por eso, hasta resulta raro escuchar tantas opiniones, todas positivas, vertidas sobre el comisario Rufino Acosta Gill, subjefe del Departamento de Antisecuestros de Personas de la Policía Nacional, quien la semana pasada resultó muerto en un enfrentamiento con un grupo criminal en la zona de Capitán Bado.

Desde el ministro del Interior hasta ex víctimas de secuestro, camaradas del comisario, fiscales y periodistas manifestaron su congoja por la pérdida de este oficial que, a juzgar por las expresiones vertidas sobre él, merecía respeto, admiración y gozaba de credibilidad.

Valoraciones que se habrá ganado, suponemos, por su conducta profesional y personal, que de hecho se aprecia en su intachable foja de servicio, según el ministro del Interior.

Seguramente como este policía habrá varios otros que, si no estuvieran tan opacados, podrían prestigiar y contribuir a fortalecer la imagen de la institución ante la sociedad. Pero son los menos.

Por eso, haría tan bien a la institución rescatar este tipo de perfiles y hablar de ellos en las clases de la Academia de Policía, para que los nuevos oficiales salgan motivados por referentes positivos, y no ansiosos por hacer fortuna, por cualquier medio, como muchos jefes a lo largo y ancho del país. No olvidemos que hasta ex comandantes y otros comisarios han afrontado y están afrontando juicios por corrupción.

Hace falta, es necesario, y debe ser parte del programa académico de formación de un policía, repasar los principios que entrañan el ser un policía orgulloso de su papel en la sociedad. Un oficial de policía celoso de su carrera, íntegro, empeñado en el buen servicio, y en pasar a retiro con honores. Convencido de que el mejor legado a su familia y a la sociedad será una honra personal incuestionable.

Es bastante alentador que una persona que pertenece a una institución tan enlodada, resulte reconocida, admirada y respetada por su labor. Más aún, en un país donde los valores están relativizados, poco cotizados o se pisotean sin rubor alguno porque las sanciones sociales y morales son espasmódicas.

Pese a los cambios y algunos esfuerzos por transformar la institución policial, esta sigue permeable a todo tipo de hechos de corrupción y al manoseo político. Es propensa a prestar servicio eficiente a los poderosos y privilegiados del país, antes que a la ciudadanía toda, y es muy endeble moralmente para resistir las constantes tentaciones del mundo criminal.

Así que qué alivio es constatar que haya gente admirable y respetable que las nuevas generaciones pueden tomar de ejemplo, y no quedarse solo con la versión más torcida de lo que implica ser policía en el Paraguay.

Ayudaría mucho que algunas organizaciones de la sociedad civil, así como trabajan para mejorar la calidad de la prensa y de otras instituciones al servicio de la ciudadanía, identifiquen a los policías destacados y realicen un reconocimiento anual público de estos. Los buenos ejemplos deben darse a conocer para que tengan incidencia.