En tiempos en los que el ruido y la velocidad dominan la vida cotidiana, Micaela Tardivo propone una pausa. Su exposición “Sobremeza”, bajo la curaduría del crítico de arte Fernando Moure, invita al espectador a sentarse simbólicamente a la mesa y observar lo que suele pasarse por alto: los gestos, los silencios, lo familiar que se vuelve extraño.
La muestra se inaugurará el 19 de noviembre en la Galería Arte Actual y permanecerá abierta hasta el 6 de diciembre. Ofrecerá una oportunidad única para conocer el universo pictórico de una artista que, tras formarse en Italia, Chicago y Baltimore, regresa a Paraguay con una mirada madura, profunda y emocionalmente lúcida.
Mirar hacia adentro
“Estoy muy feliz de estar en Paraguay, el país que me formó y me inspira”, afirma Tardivo. “Estas obras nacen de lo cotidiano, de nuestras tradiciones. Es una manera de decir: ‘existimos, seguimos existiendo como personas y como nación’”.
En sus cuadros, la artista combina el humor con la tragedia, los colores vibrantes con lo siniestro, para representar el caos emocional que se esconde detrás de lo aparentemente común. “Siempre me interesó la introspección porque soy una persona observadora. Mi mamá es psicóloga y, de alguna forma, el psicoanálisis siempre estuvo presente. La pintura es mi forma de catarsis; cuando las palabras no alcanzan, las imágenes sí”.
El origen de “Sobremeza”
El título de la exposición nace, según explica, de un juego de palabras: “Sobremesa es ese momento después de comer en el que seguimos conversando, desglosando el día. Pero también puede leerse como SobreMeza, con ‘z’, mi apellido, casi como una autobiografía. Es un espacio donde confluyen el humor, el caos y la introspección”.
El tema central, la mesa, se convierte en un escenario donde se despliegan las emociones humanas: la risa, el desencuentro, el silencio. “No busco tanto el balance, sino explayar una idea. De repente, un cuerpo en descomposición o una calavera cambia la narrativa: la comedia se vuelve tragedia, y viceversa”.
Entre el arte y la mente
La salud mental y la identidad cultural son dos ejes que atraviesan la exposición. “Me interesa traer estos temas al centro porque siguen siendo tabú. Vivimos pretendiendo que todo está bien, pero siempre hay algo que no se dice. El arte permite procesar eso”, señala.
“Hay un libro que me marcó, El cuerpo lleva la cuenta, que habla de cómo los traumas no expresados se manifiestan en el cuerpo. A través del arte uno puede empezar a sanar. Ojalá mi trabajo inspire a otros a hacerlo también”, agrega.
Un viaje formativo
La trayectoria internacional de Tardivo nutre su lenguaje visual. “En Italia aprendí del Renacimiento y de cómo cada artista, aún limitado por su época, dejaba su sello personal. En Estados Unidos me fascinó el expresionismo abstracto y la idea de que una pintura no tiene que parecer real, sino ser convincente”.
Esa mirada, entre la tradición europea y la sensibilidad latinoamericana, es la que hoy define su estilo, consolidado tras su maestría en el Maryland Institute College of Art (MICA).
Una invitación a detenerse
La colaboración con el curador Fernando Moure fue, según la artista, “fluida y orgánica”. “Él entendió mis ideas al instante. Me aportó una mirada distinta, siempre en sintonía con lo que quería transmitir”, menciona.
Para invitar al público a su sobremesa, Tardivo lo hace con una reflexión:
“Vivimos tan rápido que no procesamos. Sentarse, escuchar el silencio o el ruido del entorno también es un acto de observación. Al sentarte en la mesa de tu vida, ¿qué elegís mirar y qué preferís no ver?”