La última lluvia registrada en el norte fue hace más de 10 días con apenas 13 milímetros de agua acumulada. El productor Eno Michels, de la Asociación de Productores de Soja, explicó que los trabajos avanzaron en la zona aproximadamente en un 60%, pero varias semillas continúan bajo tierra a la espera de una humedad adecuada.
En ese sentido, mencionó que los productores que se están empezando a preocupar son quienes se arriesgaron a echar sus semillas en suelo seco, mientras que están más tranquilos quienes guardaron sus insumos hasta asegurar que caigan lluvias.
En un ideal se busca echar las semillas hasta la primera quincena de octubre, pero de acuerdo con el calendario agrícola, los trabajos pueden llegar a enero. Sin embargo, Michels advirtió que los retrasos implican un mayor riesgo de aparición de plagas y enfermedades, entre ellas la temible roya, que prácticamente es imposible de controlar en la fase de madurez de la planta.
La situación también deriva en una recolección tardía de los granos, que a su vez demorará las tareas de siembra del maíz zafriña previstas para principios del 2024, ya que este rubro usa la misma superficie dejada por la soja, dentro del sistema de rotación de cultivos.
El panorama mejoraría en el norte con lluvias de 30 milímetros y de manera más periódica.
En la anterior campaña sojera se cultivaron poco más de 371.000 hectáreas en San Pedro y 687.373 en Canindeyú. En el último caso, la zona tuvo una participación del 18,6% y además representa el tercer departamento con mayor superficie de la oleaginosa, detrás de Alto Paraná e Itapúa.
En la campaña 2023-2024, los productores apuntan a un área de más de 3,5 millones de hectáreas y una producción total de al menos diez millones de toneladas, que marca una temporada exitosa para el sector.