Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.
…Entre José y María había cariño santo, espíritu de servicio, comprensión y deseos de hacerse la vida feliz mutuamente. Así es la familia de Jesús: sagrada, santa, ejemplar, modelo de virtudes humanas, dispuesta a cumplir con exactitud la voluntad de Dios. El hogar cristiano debe ser imitación del de Nazaret: un lugar donde quepa Dios y pueda estar en el centro del amor que todos se tienen.
¿Es así nuestro hogar? ¿Le dedicamos el tiempo y la atención que merece? ¿Es Jesús el centro? ¿Nos desvivimos por los demás? Son preguntas que pueden ser oportunas en nuestra oración de hoy, mientras contemplamos a Jesús, a María y a José en la fiesta que les dedica la Iglesia.
En la familia, “los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la fe, mediante la Palabra y el ejemplo”. Esto se cumplió de manera singularísima en el caso de la Sagrada Familia. Jesús aprendió de sus padres el significado de las cosas que le rodeaban. Al meditar estas escenas, los padres han de considerar con frecuencia las palabras del papa Pablo VI recordadas por Juan Pablo II: “¿Enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el Rosario en familia? (...)
¿Sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común, vale una lección de vida, vale un acto de culto de mérito singular; lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: Pax huic domui. Recordad: así edificáis la Iglesia”.
El papa Francisco a propósito de la lectura de hoy dijo: “La encarnación de Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer. Y este nuevo inicio acaece en el seno de una familia, en Nazaret.
Jesús nació en una familia. Él podía venir espectacularmente, o como un guerrero, un emperador… No, no. Viene como un hijo de familia, en una familia. Esto es importante: mirar en el pesebre esta escena tan bella.
Dios ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado él mismo. La ha formado en un apartado pueblo de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que era la ciudad capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, o mejor dicho, más bien de mala fama. …
…El camino de Jesús estaba en esa familia. “La madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres”. (2,51-52).
[...] Cada familia cristiana –como hicieron María y José– puede en primer lugar acoger a Jesús, escucharlo, hablar con él, custodiarlo, protegerlo, crecer con él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor.
…La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de toda familia.
Y como sucede en aquellos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no el odio; hacer que sea normal la ayuda mutua, y no la indiferencia o la enemistad.
Entonces, no es casualidad que Nazaret signifique “Aquella que custodia”, como María, que –dice el Evangelio– “… conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”.
(Frases extractadas de http://homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0828.htm y https://www.pildorasdefe.net/liturgia/evangelio-del-dia-dios-eligio-nacer-sagrada-familia-de-nazaret-huida-egipto)
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