Poco antes de las 17.00, cuando unas nubes grises se levantaban por encima de la Gradería Novena, los alrededor de 50.000 asistentes se fundieron en un grito de júbilo único. En ese momento, la tan esperada beatificación era un hecho y ella sonreía feliz desde el retablo hecho con 70.000 rosarios. La algarabía fue acompañada por pañuelos blancos, luces de celulares, drones, aplausos y hasta lágrimas de emocionados feligreses.
proceso. Durante semanas se aguardaba el momento en que el retablo quedara al descubierto. “Transmite mucha paz”, “es algo hermoso”, “así cómo está, me deja sin palabras”, fueron algunas expresiones de la gente que aguardaba el momento cumbre.
La obra, que mide 14x15 metros, demandó unos seis meses de trabajo, según contó el artista misionero Koki Ruiz. Detalló que al principio recibieron 40.000 rosarios, hasta completar los que necesitaban, y seguían llegando hasta momentos antes de la beatificación, acompañados de peticiones.
Las reliquias fueron adheridas con pegamento a la estructura que servía de soporte para la obra.
Ruiz reveló que una de las partes que más trabajo le llevó fue el enmarcado del rostro de la beata. “Tenía que hacerle un relieve muy alto”, explicó.
La creación del rostro de Chiquitunga es otro punto a destacar. Fue pintado sobre madera terciada y posteriormente cubierto en su totalidad con rosarios. “Son muy chiquitos, casi no se ven. El 100% está cubierto”, reveló Macarena Ruiz, a quien su padre Koki encargó el diseño.
En la figura de rosarios va inscripta T2OS, que significa “Todo te ofrezco, Señor”, fórmula que Chiquitunga aprendió de la química, para convertirla en su lema de vida.