Este conjunto bibliográfico de diez volúmenes, que está generando mucha expectativa por la original mirada y tratamiento sobre un aspecto crítico de la realidad histórica y política del país, constituye apenas una más de una variada serie de colecciones de libros que los principales periódicos y editoriales del país vienen publicando y entregando, y que han experimentado un repentino auge durante la pandemia del coronavirus.
Entre muchas situaciones críticas, uno de los fenómenos positivos que trajo la amenaza sanitaria fue haber incrementado el interés de la gente por adquirir y leer libros, como una manera de aprovechar las situaciones de cuarentena y aislamiento que impusieron las autoridades. Mucha gente, en condiciones de confinamiento, aprovechó su tiempo revalorizando la lectura y ampliando su interés en los materiales bibliográficos.
El particular fenómeno derriba uno de los mitos más reiterados, el que establece que a los paraguayos no les gusta leer. Como pocas veces antes, las editoriales y los periódicos ofrecieron colecciones de textos sobre los más diversos temas, pero principalmente sobre literatura, historia y asuntos de actualidad.
Una encuesta realizada hace algunos años por entidades editoriales sostiene que, en el Paraguay cada habitante lee solamente la 0,25 parte de un libro al año.
Este dato estadístico, no muy preciso, debía combinarse con la realidad de un país donde el 24,2% de la población aún vive en situación de pobreza y un 4,8% en situación de pobreza extrema; en donde el sistema educativo es todavía de muy baja calidad y existe un escaso fomento a la lectura desde las instancias gubernamentales y desde la misma sociedad. Afortunadamente, los nuevos indicadores señalan que esta situación está cambiando positivamente hacia una mayor producción y consumo de libros.
Hay que aprovechar en el mejor sentido este nuevo fenómeno. Falta una mejor política desde el Estado para fomentar la lectura, defender los derechos autorales, actualizar los planes educativos al respecto y apoyar a escritores y editoriales que apuestan por la cultura.
El anteproyecto de una nueva ley del libro impulsado desde hace años por los gremios de autores, libreros y por actuales instancias culturales gubernamentales, actualmente da vueltas en diversas instancias, sin llegar aún a concretarse ni a despertar el interés de las autoridades y la clase política.
Es importante insistir en este camino de estimular la producción y edición de libros, brindar más facilidades, respaldar las aventuras culturales. Se sabe que un pueblo que lee y se instruye tiene menos posibilidades de ser engañado.