Seis de los nueve ministros de la Corte Suprema de Justicia fueron nombrados entre octubre del 2018 y este año, por lo que podemos decir que hubo una renovación casi natural del Máximo Tribunal de la República.
Hoy jura el nuevo ministro, el ex senador Víctor Ríos, quien fue bastante resistido en distintos ámbitos. Político liberal, viene con el cartel de las ideas progresistas, como las llaman, lo que choca contra nuestra sociedad conservadora. Es fruto de un acuerdo político, aunque lo niegue, pero ¿de qué otra forma podría alcanzar los votos para el cargo?
Con Ríos se completa una renovación similar a la ocurrida en el 2003, donde a través del juicio político sacaron por renuncia o destitución a seis ministros.
Ahora, en forma casi natural, por jubilación o muerte, salvo el caso del ministro Sindulfo Blanco, quien fue destituido un mes antes de que se jubilara, ingresaron seis nuevos miembros.
Todas las frases que escuché contra Ríos, especialmente la oposición de parte de la Iglesia Católica, me hacen rememorar la década del ’90, cuando estudiaban la ley del divorcio. Se pegó el grito al cielo, incluso anunciaban el fin de los tiempos, de la familia, entre otras cosas si era aprobada. Hoy, varios años después, seguimos como sociedad.
Sin embargo, pese a las ideas que tenga el nuevo ministro, hay que preguntarse: ¿Puede acaso un ministro cambiar la Constitución? Si no lo puede hacer, sus ideas sobre el matrimonio igualitario, o el aborto, en nada pueden alterar estas cuestiones.
Pero, hay que decir que Víctor Ríos integrará el bloque de los nuevos junto a Eugenio Jiménez, Manuel Ramírez Candia, Alberto Martínez Simón, Carolina Llanes y César Diesel. Solo quedan como representantes de la vieja guardia Antonio Fretes, César Garay y Luis María Benítez Riera.
Esta renovación ya se notó en la elección de presidentes del Máximo Tribunal, porque los nuevos accedieron de inmediato al cargo, dejando de lado a los antiguos que antes se sucedían entre ellos anualmente. Además, se notan algunas buenas ideas a través de los fallos que emiten.
No obstante, pese a que tenemos una Corte nueva, hasta ahora pareciera que no pueden desmarcarse de los viejos problemas. Y el principal es la mora judicial, de la que derivan todos los demás, ya que es un caldo de cultivo de la corrupción.
Justamente, a raíz de esa mora, en los últimos meses varios juicios prescribieron como consecuencia de la falta de resolución dentro de los plazos legales de parte de los jueces, los tribunales y las salas de la Corte.
Pese a esto, los ministros encaran mal este problema, ya que culpan solo a los abogados defensores y jueces, cuando que, si analizamos bien, la mayoría de los casos estuvieron años en alguna de las salas del Máximo Tribunal, donde luego prescribieron.
Un mea culpa sería bueno, ya que por ser nuevos los ministros, ellos no son los culpables de estas prescripciones. Y no solo eso. También ver los mecanismos para acelerar el estudio de los casos, para dictar los fallos en tiempo, y evitar las prescripciones que nos llevan a la impunidad.
Por sobre todo, deben aplicar la ley, que para eso están, guste o no a la ciudadanía, lo que mostrará la valentía de los ministros y, al final, se ganarán el respeto de todos.
En cuanto al nuevo ministro Víctor Ríos, viene para integrarse a la Sala Constitucional, en el sitio ocupado por la fallecida Gladys Bareiro de Módica, que también estaba en el Jurado de Enjuiciamiento, lugar que, según dicen, también reclamará, al igual que la superintendencia del Alto Paraná.
El ahora ex senador tendrá bastante trabajo, ya que la Sala Constitucional es donde más casos ingresan anualmente, por lo que deberá ponerse ropa de faena y entrar al ruedo para resolverlos. Veremos así si acalla las críticas en su contra o las aumenta.