Livia empezó a dar testimonio de su experiencia poco después de las 10.00 en un auditorio repleto. Las personas que no pudieron entrar al Sausalito pudieron participar cómodamente desde afuera. La calle San Salvador, en la capital asuncena, se llenó de sillas y dos pantallas gigantes transmitían el encuentro.
La mujer, oriunda de Salta, comentó que hasta 1990 era una mujer casada, madre de tres hijos y tenía un hogar como cualquiera de los presentes, pero que un día, mientras rezaba a María, ella sintió en el corazón que la Virgen le hablaba pidiéndole que la deje entrar en su familia.
Poco después, la Virgen se le apareció mientras oraba como una adolescente de 14 años vestida de blanco, con un manto azul, un velo blanco que la cubría y sus manos extendidas hacia abajo. Le dijo que Dios tenía un plan para ella, el de trasmitir sus mensajes.
Cinco años después, en 1995, Livia decide contar al mundo su testimonio al recibir el pedido de la Virgen para que lleve un mensaje al monasterio San Bernardo de carmelitas descalzadas, ubicado en Salta.
Después de que el obispo ordenara una comisión para estudiar los mensajes, las monjas pudieron difundir el contenido de las cartas escritas bajo inspiración divina.
El testimonio se centraba en lo eminentemente eucarístico, en la adoración del sangrado corazón, participar de la eucaristía, orar el rosario y evangelizar para preparar a las personas para la segunda venida de Cristo.