Como catarsis escribí primero el poemario Ignominia, y luego retomé los apuntes iniciales de la novela para dar testimonio de uno de los capítulos más negros de la historia de la humanidad. En esta las circunstancias son reales, producto de la investigación, excepto Hannah y Gjulisca, una joven judía y otra gitana entre las cuales nace una sincera amistad que va tejiendo la trama. Hoy la entrego a los lectores con la esperanza de que sirva para algo, sabiendo que de ellos es la última palabra.
“Si Dios es omnipotente me es difícil aceptar por qué no detiene la matanza. ¿Por qué soporta el sufrimiento, la tortura, el genocidio de su pueblo? Me subleva, pero pienso que si lo permite será por algún designio secreto que ignoramos, ni podríamos entender....”.
Dos rostros, un destino. Encuentro en Auschwitz-BirkenauRenée Ferrer – Servilibro